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Actualizado: 18 de junio de 2025


Artegui se quedó mirándola tan fijamente, que Lucía sintió, digámoslo así, el peso y el calor de aquellos ojos en sus mejillas, y encendiose toda en rubor, murmurando: ¡Le cuento a usted cada tontería! Como no tenemos de qué hablar.... Seguía él escudriñando con la vista el franco y juvenil semblante, como una hoja de acero registra la carne viva.

Además, su olfato estaba hecho a deleitarse con el perfume juvenil del hermoso cuerpo de la muchacha, y las sábanas de la fonda le olían a jabón ordinario. Y casi sentía remordimiento. ¿Qué sería de ella? Si se perdiese, ¿quién tendría la culpa? Aunque bien miradas las cosas, ¿qué le importaba? ¿Quién era aquella mujer?

«Rey dolorido y galante, tu muerto amor juvenil ¡con qué tristeza aflorante llora el romance infantil! Princesina de leyenda, te da el alma popular, como una oración, la ofrenda ingenua de su cantar

El espíritu permanecía tan juvenil como a los diez y ocho años. Era el mismo ser apasionado y tierno, dulce unas veces, iracundo y terrible otras, marchando al soplo de sus caprichos, viviendo en lánguida ociosidad.

Esto en cuanto a lo corporal; por lo que toca al espíritu, nuestro D. Manuel no necesitaba componer ni aliñar absolutamente nada; teníalo tan fresco, tan vivo y juvenil como a los veinte años.

Aquel recuerdo de canciones efímeras, que habían sido un poco de aire olvidado, le parecía a la Regenta una delicada obra de caridad por parte del músico.... Recordar lo más humilde, lo que menos vale, un poco de viento que pasó... y dignificar las emociones profanas del amor, de la alegría juvenil, haciendo resonar sus cantares en el templo, como ofrenda a los pies de Jesús... todo esto era hermoso, según Ana; la religión que lo consentía, maternal, cariñosa, artística».

Cabalmente desde que era presbítero se había redoblado su fervor religioso, y sentía el entusiasmo juvenil del nuevo misacantano, conmovido aún por la impresión de la augusta investidura; de suerte que celebraba el sacrificio esmerándose en perfilar la menor ceremonia, temblando cuando alzaba, anonadándose cuando consumía, siempre con recogimiento indecible. En fin, si no había remedio....

Cosas de poca importancia, pero dichas en confianza. ¿No tiene usted bastante confianza en para decírmelas? La muchacha bajó la cabeza sin responder. Estaba tan linda con aquel aspecto de confusión juvenil y sincera, que quise divertirme en continuar la broma. ¿No sabe usted que me intereso mucho por su persona, por sus ideas, por sus sentimientos?...

Pues a despecho de estos remordimientos, de su invencible timidez y de los clamores de la razón, Raimundo se sentía cada día más subyugado por aquella mujer. Verdad que Clementina puso en juego todas las armas de que disponía, que no eran pocas ni mohosas todavía. A medida que aumentaba la timidez de su juvenil adorador crecía en ella la osadía y el aplomo.

Estaba linda en extremo, muy elegante y ricamente engalanada con magníficas joyas, y manifestando en el rostro juvenil y ruboroso gran satisfacción y contento. ¿Qué había de hacer don César?

Palabra del Dia

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