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Actualizado: 12 de julio de 2025


Si yo fuera solo... ¿Reñiremos? ¿No sabe usted que esta noche el juego sólo puede producir?... ¡Nos fue tan mal la otra noche! ¿Quiere usted más billetes? No me han dejado más que seis. Envíe usted a casa por los efectos que he dicho. Yo conozco... por ... pero aquí pueden oírnos; entre usted en ese gabinete. Entráronse, y se cerró la puerta tras de ellos.

De pronto se incorporó, creyendo haber recibido un fuerte golpe en la espalda. ¡Pura ilusión! Estaba solo. Sus ojos, al mirar en torno de él, se fijaron en el reloj. Las dos. Y se puso de pie, dirigiéndose con lentitud á la sala del baccará. Había disminuído el público, pero todos los que quedaban intervenían en el juego.

En fin, que podía dar juego todavía el programa del sabio Maravillas. El pobre don Adrián no había salido aún de su espanto. Leto, después del desahogo que se había dado a todo su gusto sobre Maravillas y sus defensores, estaba ya tan sereno y en sus quicios ordinarios; a él, a don Claudio, con verle bastaba.

Otras veces, la pesada masa de las nubes borra las cimas, las pendientes superiores, toda la alta montaña, como si el cielo ceniciento ú obscuro descendiera hasta la tierra: el monte se aleja y se aproxima según el juego de los vapores que se adelgazan y se espesan.

Al de Toledo aqueste, falseado La firma, dicen, hubo con gran maña; Y siendo su negocio comprobado, Embarcarle quisieron para España. A galeras estaba condenado, Que fuè su culpa en forma muy estraña: Mas tuvo tal industria este mestizo, Que el juego, como dicen, maña hizo.

Sin embargo, un imperfecto sentimiento de equidad, emanado de los que habían tenido la buena suerte de limpiar en el juego a don Jorge, acalló las mezquinas preocupaciones de los más irreductibles. Don Jorge recibió el fallo con filosófica calma, tanto mayor en cuanto sospechaba ya las vacilaciones de sus juzgadores. Era muy buen jugador para no someterse a la fatalidad.

Pedro de Maclara Almugavar, que servia en la caballería, hallándose una noche entre sus camaradas desesperado de haber perdido lo que tenia al juego, resolvió de rehacer lo perdido, y desquitarse con algun daño de sus enemigos, de que le resultase provecho.

En torno del coronel, las gentes parecían afligirse un instante leyendo las malas noticias. Luego, los más, entraban en las salas de juego.

Su juego es a modo de una lección experimental para los amigos y para los espectadores. Yo me creo en el caso de contenerle. No juegue usted más le digo . La demostración ya está hecha. La práctica ha confirmado suficientemente la teoría. No vale la pena que pierda usted cien pesetas más para persuadir a un convencido como yo. Pero D. Salustiano insiste.

Los que llegan decía Castro entran corriendo: desean sentarse cuanto antes á las mesas de juego. Los que salen todo lo ven obscuro; y aunque el Casino fuese hermoso como el Partenón, lo tomarían por una cueva de ladrones. El príncipe miró á la derecha del edificio, donde quedaba visible una faja de mar cortada por varias palmeras japonesas de tronco estoposo y copa esférica.

Palabra del Dia

gallardísimo

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