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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Que se vea que el cristianismo sirve de arreglo para todo... Pero lo que me revuelve la sangre es que se pretenda que todos seamos iguales, como si no existiesen jerarquías hasta en el cielo; que se hable de Justicia al pedir algo, como si favoreciendo yo a un pobre no hiciese más que lo que debo y mi sacrificio no significase una buena acción.
Y Ferminillo y María de la Luz jugaban con estos niños que habían de poseer cuantiosas fortunas, de igual a igual, con la simplicidad de la infancia que parece un recuerdo de los tiempos en que los hombres vivían como hermanos, antes de inventar las jerarquías sociales.
El siglo ha progresado hasta el punto de que los socialistas tienen la pretensión de apoderarse mañana de todo lo que yo poseo, y en medio de esta ruina de todos los derechos, de todas las autoridades y de todas las jerarquías solamente la justicia ha de ser intangible... ¡No, por cierto!
El ejecutivo está á cargo de un Consejo de Estado, cuyos miembros, de igual duracion, son nombrados por el Gran Consejo. En Ginebra no hay tropa permanente ni jerarquías militares. Todos los ciudadanos de 20 á 50 años son miembros de la milicia del Estado, que presta su servicio cuando la autoridad la llama, y de cuyo seno sale un contingente anual para el modesto ejército federal.
A muchos les esquivaba por hallarse demasiado altos; a otros apenas les distinguía por hallarse muy bajos. Sus amistades verdaderas, como los parentescos reconocidos, no eran en gran número, aunque sí abarcaban un círculo muy extenso, en el cual se entremezclaban todas las jerarquías.
No cupo mayor pompa en el escenario en que se representan esas farsas en honor de las notabilidades de alquimia, y todo se hizo ajustado al más solemne y ostentoso ceremonial: la exposición del cadáver en la capilla ardiente, entre largos blandones y negras colgaduras de tosca bayeta; el triste clamóreo de la prensa periódica rindiendo «el último tributo de justicia al prócer insigne, al varón íntegro, al padre amoroso, al ciudadano ejemplar, al celoso representante de la patria, al protector generoso de las artes y de las letras, al orador de honrada palabra», etc., etc., y haciendo la pintura de su muerte inesperada, con descripciones minuciosas de lugares y accesorios, y con glosas y comentarios de los elogios que momentos antes del triste suceso habían dedicado al aún vivo personaje los hombres más «conspicuos» de la política, de las armas, de las letras y de la banca; el simbólico catafalco, cargado de emblemas y atributos, tocando casi en las bóvedas del templo, entre una hoguera de luces sobre ricos y enormes candelabros; las naves atestadas de «mundo»: allí los vistosos uniformes de las más altas jerarquías políticas y militares; allí la severa etiqueta civil, las gentes de la aristocracia y de los «salones elegantes», y allí, en fin, en apretados grupos, las matronas del «gran mundo» ricamente ataviadas de negro, con la mirada repartida entre el devocionario y la concurrencia, agitando maquinalmente los abanicos mientras, desde el coro, llenaba de resonantes armonías los ámbitos de la iglesia, la mejor capilla de Madrid.
Como en toda región del mundo hay clases, sin que se exceptúen de esta división capital las más ínfimas jerarquías, allí no eran todos los pobres lo mismo. Las viejas, principalmente, no permitían que se alterase el principio de distinción capital.
Claro es que todos somos hijos de Dios, y que los buenos gozarán igualmente de su gloria: pero mientras vivimos en la tierra, el orden social que viene de lo alto, exige que existan jerarquías y que éstas se respeten sin confundirse. Consulta el caso con un sabio, pero un sabio de verdad; con mi amigo, el Padre Urizábal o algún fraile eminente, y verás qué te contesta: lo mismo que yo.
El constante anhelo, el desideratum de los sueños de una taga-tabi, es poder llegar al rango de las taga-bayan, á cuyo deseo, suele sacrificar no pocas veces su felicidad, uniendo su suerte á la de algún viejo capitán pasado, ó cabeza reformado, cuyas jerarquías dan á sus mujeres un lugar en el suspirado taga-bayan.
Esta relación de las altas jerarquías que servía la aguja de doña Rosalía, le dió cierta importancia á los ojos de María de la Paz Jesús. Yo vivo allá arriba y he visto... ¿Pero ustedes no han caído en ello? ¿En qué? En ese hombre que ha entrado aquí. ¿Qué hombre? ¿qué dice? exclamaron á una las dos ruinas en el tono del que siente estallar un volcán.
Palabra del Dia
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