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Actualizado: 25 de junio de 2025


Dice así: «Ni mi fortuna muda, Ver en tres lustros de mi edad primera Con la espada desnuda Al bravo portugués en la Tercera, Ni después, en las naves españolas, Del mar inglés los puertos y las olasLa nimia precisión con que se expresa este poeta español, hablando de aquel tiempo, nos inclinaría acaso á interpretar las palabras tres lustros por quince años, y así se ha hecho, en efecto.

El caudal de textos utilizado para esta enseñanza necesita ser renovado y aumentado de acuerdo con las nuevas demandas. No creemos equivocarnos al interpretar la transformación a que estamos asistiendo, no sólo como un aumento en el número de estudiantes y en la intensidad del estudio, sino como un cambio en la dirección y en los fines de éste.

Yo no he olvidado nada, ni sus dulces palabras, ni mis extravagancias, ni sus cuidados tan tiernos y tan pacientes, ni todo el mal que le hice. Yo le he dado un cáliz bien amargo y usted lo ha apurado hasta las heces. Verdad es que yo no era tampoco más feliz. Yo no estaba segura de usted, temía equivocarme sobre el sentido de sus bondades y de interpretar por señales de amor lo que era piedad.

¡Pues qué sucedería si después, cuando la vieja barajó los naipes y, repartiéndolos en cuatro montones, empezó a interpretar su sentido fatídico, pudiese él oír distintamente todas las palabras que salían del antro espantable de su boca!

No tenia aun ni bellos minaretes ni soberbios patios; no ostentaba aun en su interior esa magnífica capilla de Villaviciosa donde es fama que se reunian los imanes para interpretar las leyes del Profeta ; no deslumbraba ni imponia aun al fervoroso musulman con los mármoles, los mosáicos, los colores, la rica y caprichosa pedrería del santuario.

Con Julio, este muchacho que ella había tratado apenas, no hubiese empleado nunca sus fáciles y comunes recursos de seducción y le aterraba la sola idea de que él pudiera interpretar como coquetería alguna actitud suya. Al caer la tarde, un break las llevó a la estación del pueblecito cercano a la estancia. Las primas se despidieron. Adriana, distraída, se dejó besar en las mejillas.

La intención puede ser distinta y hasta opuesta á la tendencia. El público suele ser caprichoso y suele interpretar las obras literarias, en lo tocante á la tendencia, de una manera imprevista para el autor y aun para los críticos más agudos. Una misma persona, según la edad que tiene y la instrucción que posee, al leer un cuento ó al ver un drama, puede y suele juzgarlo de muy distinta manera.

Si bien seguía creyéndose profundamente piadoso, don Víctor hacía distinciones sospechosas entre la religión y el clero, entre el catolicismo y el ultramontanismo. «Yo soy tan católico como el primero», esta era su frase cada vez que decía alguna herejía o algo parecido; pero se metía a interpretar a su modo los textos del Antiguo y Nuevo Testamento y hasta se atrevía a decir delante de curas y señoras, que el hombre virtuoso es siempre un sacerdote, y que un bosque secular es el templo más propio de la religión pura, y que Jesucristo había sido liberal, con otros disparates.

Por supuesto que era absolutamente innecesario que dicho señor perdiera las dos manos, pero como no me gustaba nada su manera de interpretar Beethoven, decidí cortar el mal de raíz; y perdóneme esta ligera plaisanterie. Por aquel tiempo conocí a Matilde. No recuerdo si fué en un baile en el palacio de la Princesa Dorodinski, o si fué en las carreras de caballos.

Además, no quería que la señorita Margarita pudiese interpretar mi súbita retirada, por el despecho que causa la pérdida de una buena partida y me hacía un punto de honor en mostrarle hasta el pie del altar una frente impasible; en cuanto al corazón, ella no lo vería.

Palabra del Dia

rigoleto

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