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Actualizado: 5 de junio de 2025


Acompañábala un siniestro rebramar, y una luz tétrica que apenas me dejó ver el estrago de su choque contra el obstáculo inconmovible de los montes, sobre los cuales se deshizo en negros y deshilados jirones. ¿Qué sería de los infelices errantes por sus cumbres y laderas?...

De esta conformidad y con indecibles trabajos siguieron las tropas por un pais enemigo, no solo desproveido, sino tambien del todo despoblado. Al tránsito por la Ventilla, en las inmediaciones del pueblo de Pucara, los infelices vecinos de Puno que venian á pié, tomaron el camino recto para Ayabirí.

Entonces me dijeron que habiendo salido otra balandra a reconocer los restos del Rayo, y los de un navío francés que corrió igual suerte, me encontraron junto a Marcial, y pudieron salvarme la vida. Mi compañero de agonía estaba muerto. También supe que en la travesía del barco naufragado a la costa habían perecido algunos infelices.

En un colegio, las capas de los electores del marqués se rociaron de aguarrás y se les prendió fuego disimuladamente por medio de un fósforo, con que los infelices salieron dando alaridos, y no aparecieron más.

Los verdaderos anarquistas están ahora en lo alto decía con risa irónica . Todos los que nos asustaban antes eran unos infelices... En un segundo matan los de nuestra época más inocentes que los otros en treinta años.

Y luego se casó, y quería mucho a su mujer y a su hijo; pero una tarde que salió en su carro de perlas y plata a pasear, vio a un viejo pobre, vestido de harapos, y volvió del paseo triste: y otra tarde vio a un moribundo, y no quiso pasear más: y otra tarde vio a un muerto, y su tristeza fue ya mucha: y otra vio a un monje que pedía limosnas, y el corazón le dijo que no debía andar en carro de plata y de perlas, sino pensar en la vida, que tenía tantas penas, y vivir solo, donde se pudiera pensar, y pedir limosna para los infelices, como el monje.

En estas provincias del Norte es donde se conservan todavía restos de aquella honradez y piedad que caracterizaban á nuestros mayores. Es gente honrada á carta cabal dijo don Primitivo. Afortunadamente, todavía no nos los han maleado. Unos infelices, señor conde... unos infelices... Lo único que les hace falta es un poco de filosofía alemana para ser hombres completos. Todos rieron con estrépito.

Cuando rechazasteis brutalmente al duque al pediros mi mano, yo me postré a los pies del emperador, rogándole que tuviese piedad de los infelices enamorados y que suavizase con su poder divino vuestra crueldad. EL CONDE. ¡, con su poder divino! ¡Muy bien dicho! ELSA. Y entonces el emperador, tomándome bajo su protección, os dirigió una orden en la que me llamaba su hija.

Debajo, un crepúsculo constante, la falda eterna del sol. ¡Ay de los infelices que allí viven! ¡¡Pero se va más ligero!! Ninguna policía europea permitiría el embarco de los pasajeros en el tren elevado de la manera que se hace; pero aquí cada uno se cuida a mismo, y si hay alguna desgracia, las compañías pagan. Transporte democrático, símbolo perfecto de la igualdad, convencido.

La pobre vieja se fue poco a poco, como si los chicos tirasen de ella desde arriba; y yo, el malo, el empedernido, me he quedado aquí solo, completamente solo, sin el recurso siquiera de beber; porque si me emborracho, vienen ellos, ¿sabe usted? ellos, mis perseguidores, a enloquecerme con el aleteo de sus hopas negras, como si fuesen enormes cuervos, y me pongo a morir... Y sin embargo, no los odio. ¡Infelices!

Palabra del Dia

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