United States or Cambodia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Sabía que al Vivero iban todos aquellos locos, Visitación, Obdulia, Paco, Mesía, a divertirse con demasiada libertad, a imitar muy a lo vivo los juegos infantiles. Ripamilán se lo había dicho varias veces.

Llegaba con la alegría del asueto que siente el colegial ó el empleado en los días libres. Al pesar obligaciones sobre ella, había conocido el valor del tiempo. Hoy no hay clase gritaba al entrar. Y arrojando su sombrero en un diván, iniciaba un paso de danza, huyendo con infantiles encogimientos de los brazos de su amante.

Reminiscencias de la más insignificante naturaleza, de sus juegos infantiles, de sus días escolares, de sus riñas pueriles, del hogar doméstico, se agolpaban á su memoria mezcladas con los recuerdos de lo que era más grave y serio en los años subsecuentes, un cuadro siendo precisamente tan vivo y animado como el otro, como si todos fueran de igual importancia, ó todos un simple juego.

Le había costado muchos días de incesante jugueteo, un número incalculable de miradas provocativas, de carcajadas sin motivo, de caprichos infantiles, de gestos mimosos y enfados pasajeros.

Sea por complacencia involuntaria de los días amables y añorados, sea por avaricia, no quise que aquella parte viviente de mi juventud fuera enteramente destruida. Me impuse la tarea de revolver aquel viejo repertorio de cosas infantiles y de sensaciones apenas despertadas. Fue una especie de confesión general indulgente, pero firme, sin ningún peligro para una conciencia que se juzga.

La Virgen María cosiendo, lavando y cuidando de la casa; San José trabajando en su carpintería, y el Niño Dios yendo a la fuente por agua con el cántaro al hombro o en otros menesteres por el estilo, o entreteniéndose en juegos infantiles con muchachos de su edad, son harto difíciles de ser representados con el conveniente decoro.

Ni millonarios, ni hombres de sports. Ella tomaría á quien quisiera escoger. Los hombres iban á ofrecerse á Mina Craven formando legión, satisfechos y felices si se dignaba hacerlos sus esclavos. Inmediatamente, como un síntoma de cariño fraternal, sus dientes castañeteaban de cólera y se le cerraban los puños. ¡Qué deseos tan vehementes tenía de aporrear á este compañero de juegos infantiles!...

Y debajo, en el cristal del arroyuelo, se veía la imagen brillante y llena de flores de Perla, señalando también con su dedito. Niña singular, ¿por qué no vienes donde estoy? exclamó Ester. Perla tenía extendido aun el dedo índice, y frunció el entrecejo, lo que le comunicaba una significación más notable, atendidas las facciones infantiles que tal aspecto tomaban.

Un poco... por distraerme... Y Lola se atusó el negro flequillo, cortado recto a un dedo de distancia de las cejas, que la asemejaba a un paje de la Edad Media, realzando su cara descolorida de hija de los trópicos y sus grandes ojos, infantiles, pero de niño malicioso y precoz.

Estos temores, un tanto infantiles, del mundo antiguo, son idénticos á las emociones del novato, de la persona sencilla que, procedente de tierra adentro, divisa el mar por vez primera. Puede decirse que todo ser que experimenta esa sorpresa, siente la misma impresión. Los animales se turban visiblemente á su vista.