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Actualizado: 25 de junio de 2025
Las mujeres agarrábanse al cuello de los pequeños y lloraban, sin cesar de hablarles con la incoherencia de la emoción. ¡Hijo de tu madre... chiquito mío!... ¡Rico!...
Había sin duda bastante incoherencia en sus frases, relataba pormenores ridículos y hasta necios e indignos en ocasiones, pero en otras se mostraba grande y fuerte, pisoteando sus pasiones y lanzando su vuelo hacia la luz y la verdad.
Parece de más años que yo, y le he visto nacer... Noventa y cuatro años, señor, y tengo cuerda para ciento y pico. Lo sé muy cierto: yo entiendo de estas cosas. Maltrana y su amigo acogían con movimientos afirmativos las palabras del anciano. Su verbosidad, una vez suelta, no podía detenerse; hablaba con incoherencia infantil. Hoy voy tarde a la busca, pero no importa.
Espantado, y bajo la influencia embrutecedora del alcohol, desconoció la obra de sus manos. Dió horribles gritos, y acudiendo los vecinos comprendieron, por la incoherencia de sus palabras, la alucinación de que era víctima.
Y señalaba un jovencito moreno, subido de color, sentado entre los adoradores de Nélida. Es el hermano pequeño, el único que se asemeja a la madre. Acompaña a Nélida por todo el buque, y ella lo acepta como una prolongación de la familia, porque esta vigilancia honorable le permite ir sola entre los hombres. El muchacho es medio imbécil, le dan ataques epilépticos, habla con incoherencia.
Yo no pienso jamás en esas niñerías. ¡Yo soy muy hombre! Golpeábase el pecho con arrogancia al hacer esta viril declaración, y Ojeda admiraba la incoherencia del pobre sacerdote, que repetía con orgullo su calidad de masculino como prueba de virtud.
Y un inglés pequeñito continuó Maltrana , que usted habrá visto con su traje a cuadros y su pipa, derramaba lágrimas en la copa, repitiendo con una incoherencia obstinada de beodo: «Yo he entrado en el buque con el corazón puro, y puro quiero sacarlo de él...». El mayordomo entraba a cada rato para decirnos que eran las dos, que eran las tres, que eran las cuatro, y había que cerrar el fumadero; pero nadie le entendía.
Ahora podemos aproximarnos tanto como ustedes quieran añadió a modo de explicación. Seguramente es un hijo de San Nicolás dijo en voz baja Adelaida, ¿no podríamos pedirle noticias de su padre? ¡Silencio! dijo Catalina con decisión, puede que sea un ángel. Y con deliciosa incoherencia perfectamente comprendida por su femenil auditorio, prosiguió: Estamos hechas tres visiones.
Así discurría el «honorable marqués», en el momento de levantarse para «ejecutar el acto», que le estaba encomendado, no sólo por su propia iniciativa, sino por la situación en que le habían puesto los discursos de los demás; y sino así precisamente, porque le bullían las ideas en el cerebro con marcada incoherencia, con la intención de discurrir de la misma manera, cuando menos.
Por su parte, Lorenzo pretendía meditar sobre su estado mental, luchando sin éxito con la incoherencia de sus ideas, en uno de esos curiosos estados de conciencia en que la voluntad parece desmayar a cada impulso y en que sólo se destaca nítido y claro el falso convencimiento de una enfermedad imaginaria.
Palabra del Dia
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