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Actualizado: 3 de julio de 2025
22 ¡Ay de los que son valientes para beber vino, y varones fuertes para mezclar bebida; 23 los que dan por justo al impío por cohechos, y al justo quitan su justicia!
¡No lo consentiría yo! ¡Tú eres el peor de todos!... Ya tendréis el castigo, si no en esta vida, en la otra... Os dejo, os dejo entregados a este latrocinio impío... ¿Oís esa campana: Llama por mí y llama también por vosotros... Voy a decir la primera misa por el descanso de nuestra madre, mi protectora, mi madre. Vosotros, Caínes, bien hacéis en no oírla. ¡Sería un escarnio!
¡Cuántas veces sonreía el Magistral con cierta lástima al leer en un autor impío las aventuras ideales de un presbítero! «¡Qué de escrúpulos! ¡qué de sinuosidades! ¡cuántos rodeos para pecar! y después ¡qué de remordimientos! Estos liberales añadía para sí ni siquiera saben tener mala intención. Estos curas se parecen a los míos como los reyes de teatro se parecen a los reyes».
22 Por cuanto entristecisteis con mentira el corazón del justo, al cual yo no entristecí, y fortalecisteis las manos del impío, para que no se apartase de su mal camino, infundiéndole ánimo; 23 por tanto, no veréis vanidad, ni más adivinaréis adivinación; y libraré mi pueblo de vuestra mano; y sabréis que yo [soy] el SE
Porque el hijo hizo juicio y justicia, guardó todas mis ordenanzas, y las hizo, de cierto vivirá. 20 El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.
El remedio podía aplicarse de dos maneras. Ó casando á Clarita con D. Casimiro, y esto era fácil, ó haciéndola tomar el velo. Esto segundo, á pesar de lo mundano, impío y anti-religioso que era D. Fadrique, le parecía mil veces mejor. Comprendía, no obstante, que para que Clarita entrase en un convento sin saber ella por qué, era necesario que alguien le infundiese la vocación.
Luchaba bravamente procurando representarse a todas horas las verdades sublimes de la religión, la idea de un Dios padre de las almas, arquitecto y director del Universo, a quien ofenden nuestros pecados, a quien ablandan nuestras súplicas y nuestras lágrimas; se agarraba con toda su alma a estas firmes doctrinas; estaba un día entero unido con fervoroso anhelo a ellas; pero cuando más descuidado se hallaba, un pensamiento impío, fatal, caía en su cerebro y lo volvía todo del revés.
Ya lo he dicho y lo repito: el Comendador Mendoza era un impío y un libertino, y seguirá siéndolo. Nosotros iremos á visitarle para no chocar, procurando no hallarle en casa y ver sólo á doña Antonia y á su bendito marido. Primero confiaría yo á Clara al cuidado de la más vil y pecadora de las mujeres.
De no estar el millonario, hubiera hecho la cuestión personal y en nombre de la inmortalidad del alma y de la moral cristiana, hubiese atizado unos cuantos puñetazos al impío, luciendo ante las señoras sus energías de apóstol. Aresti, arrastrado por el entusiasmo, no podía callarse.
Pero he dicho mal: nuestra situación no es extraña. ¡Nos ha reunido la Providencia de Dios! En efecto; en el conocimiento de nosotros tres, hay mucho de providencial, le dije, más por ser cortés con el buen exclaustrado, que porque yo creyese en la Providencia. Ya he dicho antes que en aquella época era yo impío.
Palabra del Dia
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