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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Agitada por la danza, chasqueando los dedos para imitar el ruido de las castañuelas, su vocecita sonora y dulce decía con lánguida y soñolienta música: Toma, niña, esta naranja que he cogido de mi huerto, no la partas con cuchillo que está mi corazón dentro.

Ya sabe Vd. lo que es esta dura profesión de las armas y por eso omito un discurso que ya antes hizo Don Quijote en un estilo que me sería imposible imitar. Sonrió el cura al escuchar aquella alusión al libro inmortal que siempre será caro a los españoles y a sus descendientes, y así en buen amor y compañía continuamos nuestro camino, platicando sabrosamente.

Abandonaba a sus amigos para facilitarle la ocasión de una entrevista a solas. Sin duda iba a esperarle abajo, en el salón de baile. Tardó algunos minutos en seguirla, queriendo imitar esta prudencia, y al fin, después de mirar a un lado y a otro, abandonó la mesa, deslizándose por la escalera cautelosamente, cual si quisiera pasar inadvertido.

Parece que Cervantes conocía también los defectos de estas piezas, según se deduce del tono poco pretencioso con que habla de ellas en el prólogo, muy opuesto, sin duda, al amor propio que en otras ocasiones manifiesta; pero como intentaba rivalizar con Lope y su escuela, creyó, acaso, que el mejor modo de lograr el triunfo era imitar la parte externa de sus obras, acumulando maravillas, aventuras y golpes teatrales.

Pasó después a imitar los maestros venecianos... luego la escuela flamenca y holandesa que tanto se aproxima a la naturaleza... después pintó la naturaleza, misma... ¡Este fue el último crimen, porque sus obras, que nunca fueron buenas, concluyeron por ser aborrecibles!

Cuando hablamos de la superioridad literaria de las obras de Gil Vicente, ha de entenderse que lo hacemos de una manera relativa, teniendo en cuenta lo que, según todas las probabilidades, fueron los dramas religiosos y profanos más antiguos. Sus composiciones siguen á éstos inmediatamente, y jamás se le ocurrió imitar en lo más mínimo á los modelos clásicos.

Si no fuera por eso no vacilaría en afirmar que para que hubiésemos tenido paz en la Nochebuena, que se acerca á grandes pasos, hubiéramos debido, en vez de imitar las locuras del Sr. Agatocles, hacer lo que yo me .

Apenas los divisó don Quijote, cuando se imaginó ser cosa de nueva aventura; y, por imitar en todo cuanto a él le parecía posible los pasos que había leído en sus libros, le pareció venir allí de molde uno que pensaba hacer.

Entretanto corría yo por el campo entretenido en tender lazos a los pájaros. No habiendo recibido otras lecciones, creía yo imitar, poco más o menos exactamente, lo que había visto hacer a mi padre.

Y aunque esa época agitada no fuese favorable al desarrollo del arte, aunque no se gran valor á los ingenios que se dedicaron á él, será preciso confesar que hubiese sido más conveniente para el teatro que poetas como Eriphio y Opitz se hubieran propuesto mejorar el drama popular y hacerlo más elevado, en vez de imitar á los clásicos, entendiéndolos sólo á medias.

Palabra del Dia

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