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Actualizado: 7 de julio de 2025


Y si acaso Dios permitiera que tu Rey te mandara alguna cosa contraria á la justicia, hazla, que Dios le castigará á él y te premiará á ti en la otra vida. Serás mártir. ¿Qué mayor gloria? El martirio del deber es grande y sublime. Lázaro se hundió más. Observa continuó Elías, el espectáculo de esa nación.

En su ciego arrebato, desnudó Balarán la daga que llevaba en el cinto y se la hundió a Urbási en el seno, causándole instantánea muerte. Atónitos, estupefactos quedaron los de uno y otro bando, al ver caer a Urbási desplomada en el suelo.

Benedicta era tribunal y verdugo. Enrostró a Aquilino la villanía de su conducta, rechazó sus descargos y luego le dijo: ¡Estás sentenciado! Tienes un minuto para pensar en Dios. Y con mano segura hundió el acero en el corazón del hombre a quien tanto había amado... El pobre amanuense temblaba como la hoja del árbol. Había oído y visto todo por un agujero de la puerta.

Caminó el gigante unas tres horas en pos del automóvil donde iba su traductor, rodando detrás de él los otros vehículos llenos de soldados. Al entrar en la selva se hundió en una arboleda que tenía siglos y sólo le llegaba á los hombros, pasando muy contadas veces sus ramas por encima de su cabeza.

Morsamor desenvainó entonces la daga que llevaba en el cinto, y, exclamando, ¡defiéndete, miserable! , se arrojó sobre Cardoso, que desnudó también su puñal y le aguardó sereno. El ímpetu y la destreza de Morsamor eran incontrastables. Con el brazo izquierdo paró el golpe que Cardoso le asestaba, y con acierto pasmoso hundió su daga en el pecho del rebelde hasta la empuñadura.

¡Señor!, ¿y por qué se ha de descorazonar usted de esta manera? Acuérdese usted del santo de su nombre, que se hundió en la mar cuando le faltó la fe que le sostenía. Le digo a usted que con el favor de Dios, don Federico curará a la niña en un decir Jesús. El tío Pedro meneó tristemente la cabeza.

En cuanto el tío Roque cerró el ojo, los rapaces vendieron al capitán los prados y las tierras y embarcaron en Gijón para la Habana: las rapazas se fueron á servir á Oviedo: el tío Meregildo, que mientras vivió su hermano fué buen paisano, comenzó á dormir en las tabernas hasta que hundió lo que tenía... En fin, ya lo sabes; allí ya no hay más que unos cuantos establos.

El millonario, después de terminado el relato, se hundió en el sillón, anonadado, sin fuerzas, como si al echar fuera de el peso doloroso de los recuerdos, cayese sobre él, de un golpe, el cansancio de la noche anterior pasada en vela, el desfallecimiento del hambre. Y ahora, ¿qué piensas hacer? preguntó Aresti. ¿Y me lo preguntas? dijo con desaliento el millonario. ¡Qué yo!

Y como una exhalación describió un arco en el aire y se hundió en el mar la otra víctima, lanzando un grito de piedad que halló su memoria en lo más profundo de los recuerdos de su infancia y puso la Reina de los ángeles en sus labios, como una prenda de perdón, en aquella hora suprema: ¡Virgen del Recuerdo dolorida! ¿Te acordarás de ?

En todo lo que abarcaba su vista, el mar ofrecía la tersura de un lago, teniendo por orla la línea de rompientes, y por el lado opuesto, una sucesión de tierras bajas que debían ser islas. Edwin siguió bogando. Varias veces hundió un remo verticalmente en el agua con la esperanza de tocar fondo.

Palabra del Dia

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