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Actualizado: 9 de octubre de 2025
Gran número de piedras meteóricas todavía humeantes fueron halladas en la superficie del suelo, en una extensión de terreno que medía en el sentido de su mayor dimensión, unos 11 kilómetros. La mayor de dichas piedras pesaba algo menos de 10 kilogramos.
Para saber lo que es Lóndres ese mar de casas, de humeantes chimeneas, de torres y fábricas, de parques y jardines, de coches, carros y almacenes, de moles gigantescas salpicadas de niebla, por cuyo centro se desliza el Támesis, cubierto de navíos y botes como un largo arrecife de millares y millares de rocas multiformes; para comprender la grandeza de ese mar artificial, repito, es preciso subir á las cúpulas de San Pablo ó del «Coliseo» y hundir la mirada, pasmado de admiracion, entre Dios y el hombre, el cielo y la tierra, el horizonte y la pequeñez del balcon que sirve de mirador.
Porque era aquel lugar un lindo parador, techado y emparrado de verdura, puesto allí por los dueños de la finca, para que los visitantes hiciesen de veras, al llegar de la ciudad, su almuerzo a la manera campesina. Allí el queso, que manaba la leche al ser cortado, y sabía ricamente con las tortas de maíz humeantes que servía la indita de saya azul, envueltas en paños blancos.
Muros calcinados se habían desplomado sobre la calle, vigas medio carbonizadas obstruían el paso, obligando al vehículo á virar entre los escombros humeantes. Los solares ardían como braseros entre casas que aún se mantenían en pie, saqueadas, con las puertas rotas, pero libres del incendio.
Lienzos en que el genio imitó la Naturaleza, mármoles en que palpitó la vida, páginas preñadas de ciencia y poesía, prodigios del arte y maravillas de la industria... todo fue destruido, y sobre un montón de escombros humeantes quedó Luz aún viva, pero desgarradas las carnes, bañada en su propia sangre, espantosa, mutilada y deforme.
Para el honor y para la gloria de esta empresa no hay grandes peligros, ya que el enemigo se mueve entre la espesura de los bosques, actuando por sorpresa, esquivando los combates; pero aunque los hubiera, este pueblo digno y heroico, que no sabe tolerar ultrajes á su honra, ahora como siempre, y ahora más que nunca, los arrostraría con la impetuosa serenidad de los que en los campos de Cuba, entre escombros humeantes, con su propia sangre, tiñeron las franja y el triángulo de la bandera de la patria.
No se omite medio para infundir admiración, horror y lástima: el heroísmo y la generosidad de los habitantes, los ayes de los niños hambrientos, la desesperación de las madres, los funestos presagios de los sacrificios, la resurrección de un muerto por la fuerza de los encantos y sus tristes profecías, juntamente con la catástrofe final, en que un pueblo entero se sepulta bajo las humeantes ruinas de su patria, forman un cuadro patético y verdaderamente trágico.
Colgando de los brazos o en el fondo de dos bolsones de lienzo, llevaban las medias de lana burda y asfixiante, los calcetines ásperos que un puñal no podría atravesar. Es el capital de su familia; lo que la mujer y las hijas han hecho unas veces al sol, guardando las ovejas, y otras de noche, junto a los sarmientos humeantes de la cocina.
Los pastorcillos debieron tener miedo al sentir aquel ruido, porque al llegar a un pequeño claro que forman los árboles en la falda del monte, encontramos una pequeña manada de corderos y cabras sin pastor y bajo la única vigilancia de dos grandes perros negros, que, al vernos, ladraban con fuerza. Algo más lejos, observamos las cenizas humeantes de una hoguera entre dos grandes piedras.
Aquel poblado tan bello, tan poético, con sus casitas blancas, todas iguales, cubiertas de techos de zinc, limpias y resplandeciente, que tan agradable impresión me causara pocos días antes, al pasar por allí con la columna del General Mendieta, había desaparecido, y solo algunos montones de ruinas negras y humeantes, señalaban el sitio en que se alzó La Maya.
Palabra del Dia
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