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Me ven tocios los días tocar el piano con mano firme, y podrían creer que invento una escapada para librarme de la tizona de Maurescamp, que tira muy bien. Pero si podéis obtener la pistola, por medio de algún argumento honorable, sería muy conveniente para

La duquesa sonríe ante la solicitud demasiado expansiva del empleado del vagón, mientras la honorable doméstica la acoge con un gesto duro y frío. Antes de dormirme, desfilan por mi memoria los recuerdos que guardo de esta anciana célebre que está tendida á cincuenta centímetros de mi cuerpo.

Si la amaba, verdaderamente, debía haber comprendido cuánto esta manera de pensar lo alejaba de ella. Su padre ¿no era el tipo perfecto del caballero? Y la fortuna que había ganado ¿no era más honorable aún por haber sido ganada en la industria con su propio trabajo? Pero no, aquéllas eran palabras al aire, de esas palabras insignificantes de que están sembradas las conversaciones sociales.

Al cerrarse el fumadero habían subido a la cubierta de los botes para terminar el jolgorio en el camarote del belga, que iba a separarse al día siguiente de la honorable sociedad.

Maltrana, como si resumiese en su persona a toda la comisión, se inclinó con el aire bondadoso de un buen príncipe. ¡Ya que el honorable Senado lo reclamaba con tanta insistencia!... Pidió una tiza el primer oficial, y con la rapidez de una larga costumbre, dibujó en el suelo el contorno de un cerdo panzudo.

A Huberto le parecía que la prudencia de su madre tomaba un aspecto algo maquiavélico, pero no lo llevaba a mal; sabía que hay que ser indulgente con las exageraciones del amor materno. Las de la señora Martholl le procuraron el famoso medio «honorable

Por lo demás, no se trata de eso; tenga usted á bien continuar. Pues bien prosiguió el señor Laubepin, viendo que en general se marchaba á esta boda como á un convoy fúnebre, busqué algún medio á la vez honorable y legal, si no de volver al señor de Bevallan su palabra, al menos de hacérsela recoger.

La tomó en sus manos rápidamente, no tardando en reconocer la letra de Melisa. Parecía estar escrita en una hoja arrancada de un viejo libro de notas, y al efecto de evitar alguna indiscreción sacrílega, estaba cerrada con seis obleas rotas. Abriéndola casi tiernamente, el maestro leyó lo siguiente: «Honorable señor: Cuando lea esto, habré huido, para nunca más volver. ¡Jamás, jamás, jamás!

En cuanto a Godfrey, sus mejillas y sus ojos estaban ahora más brillantes que nunca. Tenía propósitos tan decididos que su carácter parecía haberse vuelto firme. Dunsey no había reaparecido; se creyó por la generalidad que se había enrolado voluntario o que se había ido al extranjero, nadie tenía la idea de pedirle datos precisos a una familia honorable sobre un asunto tan delicado.

La señora de Lerne había intentado casarle en los primeros tiempos, hay que hacerle esta justicia; pero se había manifestado tan recalcitrante sobre aquel artículo, que había variado de pronto sobre sus ideas de una unión honorable que lo sacase cuando menos de sus malas compañías.