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Actualizado: 25 de junio de 2025
Déjeme continuó con voz alterada , ya sabe usted que soy Adela Evrard.» Mi pecho estaba hinchado, mi cabeza turbada, mi respiración anhelante. «Adela, hermana mía, esposa mía, mi bien amado, único objeto de todos mis pensamientos, único encanto de mi existencia, mi consuelo, mi esperanza, eso es lo que eres para tu Gastón.» Y mis lágrimas, lágrimas deliciosas, regaban mis mejillas.
Era un hombre vestido con ropas cuidadosamente cepilladas, pero que por su holgura revelaban no haber sido confeccionadas para su cuerpo. El sombrero, más grande que la cabeza, llevaba hinchado el sudador por ocultas cintas de papel. Tenía la cara rojiza, con profundos surcos en cuyo fondo la piel aparecía blanca y brillante.
Se acordaba de haber visto operar á Jaramillo padre cierto día que un vecino había regresado á su rancho con el brazo hinchado y negro por la mordedura de una serpiente. El brujo le había puesto unos remedios enérgicos sobre la herida, murmurando luego una invocación misteriosa sobre el reptil, muerto de un garrotazo.
A la puerta tropezó con un personaje, a quien por poco derriba en tierra, el cual se paró en el umbral. Apenas lo percibió María, su cólera cedió a un impulso de risa, no menos violento. El personaje que lo ocasionaba era Momo, uno de cuyos carrillos estaba horrorosamente hinchado. Traía un pañuelo atado alrededor de su deforme rostro, y venía a que el barbero le sacase una muela.
De informe guiñapo se convirtió en estrella monstruosa, llenando casi todo el vidrio con su cuerpo hinchado de rabia y de agua, coloreando su envoltura de verde, de azul, de rojo. Los tentáculos agarraron la triste presa, doblándose hacia adentro para llevarla á su boca. La bestia se contrajo, se fué aplanando, hasta descansar en el suelo.
Más feliz fué Valdivieso con los autos , no pudiendo negarse que manifestó ingenio en su traza, siempre que prescindimos del extraño enlace de pensamientos inseparable de este linaje de composiciones. Lástima es que se hallen sobrecargados de teología escolástica, y que su estilo sea hinchado y de mal gusto.
En las corridas, de cada cien veces, una a lo más, saldrá un hombre herido o muerto, pero en el combate a puñetazos no se concibe que queden nunca ilesos los campeones, uno de ellos al menos saldrá con las narices rotas, con un ojo destrozado o hinchado, o con tales contusiones en el pecho que le lastimen las entrañas y le hagan vomitar sangre o le causen la muerte.
Embriagábase a sí mismo con su voz; sentíase arrastrado por el vértigo de sus trinos; parecía vérsele en la obscuridad hinchado, jadeante, ardiente, con la fiebre de su entusiasmo musical.
Es tanta la inclinacion que tienen los poco sabios á citar Autores, y mostrarse eruditos, que uno de ellos en cierta ocasion hablaba de la batalla de Farsalia, que no la habia leido sino de paso en alguno de los libros que no tratan de propósito de la historia de Roma, y se le habia hinchado la cabeza de manera, que decia: Grande hombre era Farsalia, y Farsalia no fué hombre grande, ni pequeño, sino un campo, ó lugar donde se dió la batalla entre CESAR, y POMPEYO. Semejantes desórdenes ocasiona el querer parecer sabios; y es cosa certísima, que por lo comun es mejor la disposicion de entendimiento de los ignorantes, que la de los sabios aparentes, porque estos son incorregibles, y aquellos suelen sujetarse al dictamen de los entendidos.
Está bien eso, Bartolo, pero tu madre te pegó en el carrillo derecho y el que tienes hinchado es el izquierdo. ¡Verdad! ¡verdad! exclamó la reunión en masa. Y se armó una de carcajadas tan estruendosas, que era imposible oir la voz estentórea del guerrero de Entralgo que protestaba rebosando indignación de aquel gratuito supuesto.
Palabra del Dia
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