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Actualizado: 28 de noviembre de 2025


Si lo hace así, ¿cómo voy a colocar las dos hijas solteras que me quedan? ¿Quién vendrá por ellas al fondo de una pobre aldea? Semejante conversación con mi esposo y el temor de que venda la casa, me ha hecho derramar muchas lágrimas esta noche.

9 el cual tuvo treinta hijos y treinta hijas, las cuales casó fuera, y tomó de fuera treinta hijas para sus hijos; y juzgó a Israel siete años. 10 Y murió Ibzán, y fue sepultado en Belén. 11 Después de él juzgó a Israel Elón, zabulonita, el cual juzgó a Israel diez años. 12 Y murió Elón, zabulonita, y fue sepultado en Ajalón en la tierra de Zabulón.

37 Y mi señor me hizo jurar, diciendo: No tomarás mujer para mi hijo de las hijas de los cananeos, en cuya tierra habito; 38 sino que irás a la casa de mi padre, y a mi natural, y tomarás de allá mujer para mi hijo.

Este, que consta de cuatro barras, tiene que ser movido con harta pena por la familia del pescador, su mujer, sus hijas y sus amigos, pues los muchachos están en el mar. Compréndese lo dificultosa que es esta operación.

La buena señora manifestó que no eran ricos y que sus hijas no podían llevarla al matrimonio. Con esto el presbítero protestó de su intención al pronunciar aquella palabra, declarando que nada había más indiferente a insignificante en el matrimonio que el dinero. «Una niña virtuosa, inocente, piadosa, como su hija, era un tesoro inapreciable.

Seis meses han transcurrido desde que Doña Luisa y sus hijas volvieron del Neblí. Era el mes de Diciembre. En las faldas del Banajao se respiraba una temperatura semejante á la del otoño en España. Los panoramas que rodeaban la quinta de Doña Luisa tenían gran semejanza con los que retrata el suelo y el cielo de nuestras provincias meridionales en los meses de Setiembre y Octubre.

Mi suegro saqueaba a sus huéspedes tan concienzudamente que, si hubiera tenido tres hijas más que casar, se habría hecho millonario. A eso llamaba él «resarcirse de los gastos de la boda». Eché una ojeada al salón de baile.

Y lo que más desgracia dicha revista ó Mensajero, siempre, según nuestro autor, son las novelas y cuentecitos que allí se insertan, «donde hierven tales osadías de ideas y tales arrojamientos de frases y de palabras, y donde se refieren lances y percances tan crudos y poco decentes y situaciones tan escandalosas, que muchos padres de familia, luego que recibían el tal Mensajero, le escondían con cuidado para que no le leyesen sus hijas».

El marido y las hijas se contentaban con hacer aquel gesto de resignación y dolor, que cada vez iba maravillando más al viajero. Después de estar algún tiempo de sobremesa, retirose a descansar. Cuando por la mañana se levantó, encontró a toda la familia muy triste y como consternada. Les preguntó en seguida con interés qué les pasaba de malo. ¡La pobre madre! exclamó una de las niñas.

¡No conteste usted a esa pregunta! se apresuró a decir el presidente. Está bien expresó el defensor. ¿No es igualmente exacto que la testigo detestaba a todas las hijas de confesión del procesado, estableciendo con ellas una suerte de rivalidad? No conteste usted tampoco. Esa pregunta es tan impertinente como la otra.

Palabra del Dia

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