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Actualizado: 12 de junio de 2025
Hay iglesias, a las que se va a rezar públicamente, y cada cual tiene su conciencia, que es una especie de capilla privada en la que se puede adorar a Dios «en espíritu y en verdad,» como dice la Sagrada Escritura, sin poner a nadie en la confidencia. No hagas más señales exteriores de fe y conténtate con llamar en secreto la bendición de Dios sobre tus actos del día. ¿Comprendes?
Por supuesto, los sábados se despoblará aquello. ¿Pues? preguntó inocentemente la señora. Porque se marcharán a Sevilla todas sobre escobas. ¡Bah, bah! No hagas burla de las pobres ancianas replicó riendo . También tú y yo somos dos viejos....
No, tu sinceridad no te permite negarlo. ¡Ah! ¡Si se pudiese querer o no, a voluntad! pero harto te dice la conciencia que, hagas lo que hagas, yo estaré contigo siempre... siempre. Mira: por lo mismo que te horroriza... por lo mismo sucederá.
Si estás furioso, si no puedes contenerte, también tú tendrás disculpa hagas lo que hagas. Esto último lo dijo Crespo con voz solemne, grave, vibrante que hizo a su amigo estremecerse.
Tal vez no tardase en hacer uso de su «herramienta». Recordó á varios individuos que en los días anteriores paseaban lentamente por el muelle examinando el buque, espiando á los que entraban y salían. Si alcanzaba á verlos de nuevo, se echaría fuera del vapor para decirles dos palabras. No hagas nada ordenó Ferragut . Yo me ocuparé del asunto. Todo el día estuvo preocupado por la noticia.
35 Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se llegaron a él, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos. 36 Y él les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 37 Y ellos le dijeron: Danos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu diestra, y el otro a tu siniestra.
Ahora no hagas más que pasar y mirar, y ni siquiera me des las gracias que se te están escapando por los ojos y por la boca.
No hagas caso de esos falsos testimonios; no, muchacho, no hagas caso de esas cosas; desprecialas, desprecialas, porque nadie ha de creer en ellas. Y vete, vete a Santa Clara, que allí estarás muy bien. Y, oye: ya que de eso hablamos: ¿tienes plata? ¿Plata? Sí, ¿qué si tienes dinero? ¿Dinero? Para esta semana, y... ¡nada más!
Misia Gregoria halló, en su amor de madre, fuerzas para decir: Eso no, Bernardino, ¡pobrecito! la verdad es que él no tiene la culpa; todos han hecho lo mismo: ahí está el hijo de la cuñada de Eneene, que la ha dejado en la calle, y el doctorcito ese que te hace la corte para que le hagas nombrar diputado, se ha comido en la Bolsa toda la fortuna, muy seria, por cierto, de su hermana viuda, aquella tan festejada y codiciada, la que se ve hoy en el caso de pedir dinero a interés a don Raimundo Portas, para poder vivir.
No hagas caso, no pienses en ellas, considérate libre.
Palabra del Dia
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