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Actualizado: 3 de julio de 2025
Sí, la hablé de mi amor... Hablamos de la nueva estación, del frío que pronto nos ahuyentaría de aquí... Yo quería saber adonde pensaba ir, dónde y cuando podría verla otra vez. Ella me dijo: «No sé todavía adonde iré: tal vez a Niza, tal vez a Biarritz. ¿No será mejor ignorarlo, por usted y por mí?...» ¿Ve usted?... ¿Y después? Yo la dije: «Sea como usted quiera.
Y como hemos hablado todo lo que teníamos que hablar, y como yo estoy contenta todo cuanto puedo porque os castigo, no hablemos más, que si más hablamos no haremos más que ofendernos. Os voy á dar un consejo. ¿Cuál? Que dejéis para más tarde vuestra venganza, ó que os venguéis de otro. No os comprendo. Han levantado el destierro á vuestro marido. Guardó la condesa un silencio de espanto.
Porque yo le digo: «¿Con qué se van a mantener? ¿Con la pieza?». Si se casa, van a ser cuatro de familia; el matrimonio y la mamá de él, enferma, y una hermanita que, según me ha contado Ponce, debe de tener hambre canina. De esto hablamos largamente en la botica, que llamamos el círculo literario, y le voy engatusando.
Aquí hablamos sólo de la obligación de satisfacer el agravio que nace del pecado ó del delito. Y á esto he respondido con sencillez. El pecador ó delincuente debe ir hasta donde le sea posible y lícito. Si ha de cometer nuevos pecados, si ha de hacer nuevas maldades y desatinos, mejor es que lo deje y no se meta á remediar el mal que ha hecho.
Salimos un martes al amanecer. Lo había preparado todo perfectamente. El día anterior había ido a Lancia y trajo una carretela que dejó en las inmediaciones de Peñascosa. Durante el camino hablamos poco. Yo iba inquieta y triste. No entramos en Lancia, sino que seguimos a la Reguera para tomar allí el tren. Esperamos bastante tiempo y dimos un paseo por la orilla del río.
Por último, en el prólogo de esta obra hablamos también de la influencia, que ha tenido en el teatro y en la literatura alemana el trabajo de la misma índole, hecho por Schlegel y otros autores. DECADENCIA DEL TEATRO ESPA
Por lo tanto, considerados filosóficamente los dos sentimientos de que hablamos, vienen á ser en su esencia uno mismo, excepto que el amor se contempla á la luz de un esplendor celestial, y el odio al reflejo de sombría y lúgubre llamarada.
Las comedias de que hablamos, nos recuerdan en demasía la infancia del teatro; muéstrannos el arte dramático, que alcanzó tanta perfección en tiempo de Lope de Vega, notablemente degenerado, careciendo, sin duda, de crítica los literatos, que las comparan con las de aquel gran maestro.
BALBINA. Bien, señor. Por primera vez en mi vida no acierto a tomar una resolución. Iré allá. Tampoco. Alto... Me dice el Marqués que de aquí, después de una larga conversación con usted, salió Electra en ese terrible desvarío. Aquí... cierto... hablamos... La niña... MÁXIMO. Mordida fue por el monstruo. PANTOJA. Tal vez... Pero el monstruo no soy yo.
Quiéralo Dios dijo suspirando la Dorotea, y oprimiendo dulcemente las manos de Juan Montiño. Pues mirad repuso el joven , yo pensaba en otra cosa. ¿En qué? En que antes de salir de vuestra casa... De nuestra casa, caballero... Bien; pensaba en que antes de salir de casa nos hablamos de tú.
Palabra del Dia
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