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Actualizado: 3 de julio de 2025


Deseamos el pasado glorioso, los brillantes siglos de los Reyes Católicos, de don Carlos y de los dos Felipes, y a ellos nos dirigimos cuando hablamos de que España vuelva a sus buenos tiempos. Pues esos siglos, don Antolín dijo Gabriel con calma , son los de la decadencia española; en ellos se inicia nuestra ruina. No me extraña su indignación: usted repite lo que le han enseñado.

»Después de esto sólo me dirigió la palabra para hablarme de asuntos generales. ¡Santo Dios! Me da miedo su abstracción; me espanta el ver su indiferencia hacia las cosas relacionadas hasta con su propia vida. »Cuando acabó la comida durante la cual casi no hablamos, le abracé llorosa y él me acompañó hasta el coche que a la señora Braun y a nos volvió a nuestra casa de París.

El indio, y entiéndase que hablamos del indio de raza, del indio puro, no mistificado ni con las costumbres de las ciudades ni con los instintos de la conjunción de sangre, es sumamente adaptable á modelarse en el busto en quien reconoce superioridad, y en esto, podemos asegurar que la reconoce siempre.

Una imagen que no se aparta de mi memoria surgió de pronto ante mis ojos.... Así, así me miró muchas veces la hermosa niña rubia, objeto de mi primer amor.... Dejó Gabriela el libro que tenía en las manos, y se dirigió lentamente hacia un extremo de la sala, abrió el piano, y me llamó, diciendo: ¿Ha oído usted esta sonata? Y no hablamos más aquella noche.

Muy de otra manera deben juzgarse las obras del poeta; pues la crítica imparcial, si las aplaude al compararlas con las mezquinas producciones, de que hablamos últimamente, ha de estimarlas muy inferiores en valor poético á las de Gil Vicente y Torres Naharro, y no superiores á ellas por su arte y forma dramática.

Mientras hoy, con un vaso de cerveza a cuestas, o una copa vergonzante de bitter de Torino, hasta al gigante Goliath le rebanamos la cabeza hablamos de a Cristo, y un piropo le echa a una dama el último galopo. ¡La diferencia es nada! ¿Ganamos o perdemos, camarada? Basta de digresión y adelante con los faroles.

En la certeza producida por aquellas sensaciones no hay gradacion, todas son iguales; porque si hablamos de la sensacion misma, esta la experimentamos de una manera que no nos consiente incertidumbre; y si se trata de la relacion de la sensacion con la existencia del objeto externo que la causa, tan ciertos estamos de que á la sensacion que se llama vision, corresponde un objeto externo visto, como que á lo que se apellida tacto, corresponde un objeto externo tocado.

»Ya sabe usted que mi amada Magdalena ocultaba bajo su melancólica apariencia un corazón que no estaba reñido con la jovialidad y la alegría. No tardamos mucho rato en venir a parar al tema eterno y hablamos del matrimonio, aunque sin hablar ni una palabra de amor. »¿Qué cualidades había que poseer para conquistar el corazón de Magdalena? ¿A qué encantos podría rendirse el mío?

Entre nuestros apuntes de entonces, hemos hallado uno que confirma el cambio de que hablamos, experimentado en las costumbres; porque ¿quién sospecharía que hasta los mancebos más pertinaces viciosos valíanse entonces de las escrituras públicas para procurar la enmienda de sus yerros?

Pero todo ha terminado, si nos guiamos por las copiosas lágrimas de Luisa. ¡Ay, Marianela, qué desgraciada soy! ¿Tanto, tanto? ¡Mucho, mucho! Pues ¿qué te pasa? Que Daniel me abandona. ¡Cómo! ¿Qué dices? , me abandona. Ya no soy para él lo que antes era. ¡Así son los hombres!... Oye, Luisita; las mujeres hablamos mal de los hombres en general, y los amamos en particular.

Palabra del Dia

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