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Actualizado: 9 de octubre de 2025


Si a esas horas ha parecido ya algún periódico, me lo entra mi criado, después de haberlo hojeado él: tiendo la vista por encima; leo los partes, que se me figura siempre haberlos leído ya; todos me suenan a lo mismo, entra otro, lo cojo, y es la segunda edición del primero. Los periódicos son como los jóvenes de Madrid, no se diferencian sino en el nombre.

, amigo mío, lo he dicho concluí conduciéndolo hasta la puerta y despidiéndolos; pero le aconsejaría de buena gana que en eso de los periódicos no se fijase mucho, porque ya sabe usted que aquí no los hay siempre... , es verdad, es una casualidad el haberlos. Así, lo mejor será que se atenga a mis demás consejos. Este es el camino. o

Insistió el obispo y llevo á cabo su propósito, y en señal de haberlos visitado se llevó un cáliz de S. Sebastian y una lámpara del santuario. El cabildo apeló y se quejó al Papa, y en agosto de 1519 obtuvo sentencia favorable.

Y con ese nombre histórico, presumiendo de noble y española, se inscribía en los programas de los circos y teatros donde se la contrataba como «domadora de vampiros». Hay que reconocer que los vampiros eran más verdaderos que su nombre. Habíalos comprado en Argelia a un cazador marroquí, y se exhibía en público con ellos, en una gran jaula de fieras, pretendiendo haberlos domesticado y educado...

Los nombres de todos ellos los conocía Ferragut por haberlos leído en las Trovas de Mosén Febrer, métrico relato en lemosín de los hombres de guerra que vinieron al cerco de Valencia desde Aragón, Cataluña, el Sur de Francia, Inglaterra y la remota Alemania.

Ningún tarro de dulce debe taparse hasta pasados dos o tres días de haberlos llenado. CABELLO DE ÁNGEL. Se cuece o asa la calabaza, y cuando se abre y esté bien cocida se quita la piel, poniendo los hilos en una vasija con agua fría; se tiene un día entero cambiando el agua dos veces durante las veinticuatro horas.

El maestro, el escribano y Celesto abren un enorme misal de letras coloradas, lo colocan sobre el arca de la vestimenta, y con voz destemplada principian a cantar. Imposible que se diera algo más inarmónico y endiablado. Andrés, después de haberlos contemplado un rato con espanto, se refugió en la puerta y desde allí comenzó a explorar los rincones de la iglesia.

¿Dónde creéis que estén esas gentes? En el patio. Algo más adentro; mucho me engaño, si por los altos corredores de mi vivienda no anda el sargento mayor don Juan de Guzmán... ¡Ese miserable! Y si no le acompaña el galopín Cosme Aldaba. Hame parecido haberlos oído hablar en voz baja á lo último del corredor. ¿Y qué pensáis de eso? Temo mucho malo. ¿Contra quién? Contra la reina. ¡Ah!

Madre Transverberación dijo Inés con voz más entera , el chocolate y los bollos que han hecho sus mercedes ayer para la señora Condesa, ¿dónde están? ¿Los ha traído su merced? No por cierto. ¡Si tuviera su merced la bondad de ir a buscarlos para que los lleve este mozo...! Bien pudo usted haberlos traído replicó gruñendo la vieja. Si la Sra.

Respondiéronle todos juntos: Treinta y dos grados y medio. ¿Quanto dista de aquí la luna? Sesenta semi-diámetros de la tierra. ¿Quanto pesa vuestro ayre? Creía haberlos cogido; pero todos le dixéron que pesaba novecientas veces ménos que el mismo volumen del agua mas ligera, y diez y nueve mil veces ménos que el oro.

Palabra del Dia

reclinándose

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