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Actualizado: 25 de julio de 2025


Téngase presente que todo es relativo, y que al decir largo, no se vaya á creer hablamos de un viaje de Santoña á San Sebastián, ni de Valencia á Marsella, ni aun de Alicante á la Habana, sino de Cádiz á Manila, por supuesto por el Cabo de Buena Esperanza, en barco de vela y con 80 ó 100 pasajeros entre mujeres, hombres y chicos, nacidos ó por nacer, pues rara es la barcada que hace su viaje por el Cabo que no aumenta el personal del rol.

Nació José Martí en cuna humilde, en La Habana, el 28 de enero de 1853, en la casa marcada con el n.º 102 de la calle de Paula.

En cuanto el tío Roque cerró el ojo, los rapaces vendieron al capitán los prados y las tierras y embarcaron en Gijón para la Habana: las rapazas se fueron á servir á Oviedo: el tío Meregildo, que mientras vivió su hermano fué buen paisano, comenzó á dormir en las tabernas hasta que hundió lo que tenía... En fin, ya lo sabes; allí ya no hay más que unos cuantos establos.

Mi estera es blanca; mis alcarrazas tienen flores frescas y yo le guardo magníficos cigarros de la Habana. LA JOVEN. Hermano José, hermano José, ¿me ha olvidado, usted, pues? y sin embargo, yo no he omitido ni una misa ni un Angelus. FLORES. Parece, compadres, que el reverendo dirige la conciencia de la señora: afortunadamente es robusto, porque esa debe ser una terrible tarea. ¡Amén!

Jefe de la Policía Nacional. Jefe de la Marina Nacional. Presidente de la Academia de Ciencias. Presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País. Decano del Colegio de Abogados. Presidente de la Cámara de Comercio. Presidente de la Asociación de la Prensa. Presidente del Banco Español de la Isla de Cuba. Presidente de la Audiencia de la Habana. Rector de la Universidad.

El Santa Ana vivió once años más después de Trafalgar, y aún habría vivido más si por falta de carena no se hubiera ido a pique en la bahía de la Habana en 1816. Su acción en las jornadas que refiero fue gloriosísima. Mandábalo, como he dicho, el teniente general Álava, jefe de la vanguardia, que, trocado el orden de batalla, vino a quedar a retaguardia.

Sin embargo, a los pocos años de estar en la Habana el muchacho, su mala conducta hizo que le dejaran cesante, y asaetaba a cartas a su madre pidiéndole dinero. La madre, que apenas tenía para y para Pepita, se desesperaba, rabiaba, maldecía de y de su destino con paciencia poco evangélica, y cifraba toda su esperanza en una buena colocación para su hija que la sacase de apuros.

Cuando semejantes consideraciones no bastaban á desencantar á los ilusos, daba la carta que se le pedía, y á las veces su firma garantizando el pago del pasaje desde Santander á la Habana. Los padres de Andrés oyeron del generoso indiano las reflexiones más prudentes y los más sanos consejos, cuando á pedírselos fueron en vista de las reiteradas insinuaciones de aquél.

Héroes he dicho, y tengo que hacer una pequeña aclaración: en estos momentos de prueba, todo el que adquiere un boletín de la Habana á Santiago, es un valiente por los cuatro costados.

Amaban el mar como su tío el médico, pero con un amor silencioso y frío, apreciándolo menos por su belleza que por las ganancias que ofrece á los afortunados. Sus viajes habían sido á América en bergantines de su propiedad, trayendo azúcar de la Habana y maíz de Buenos Aires. El Mediterráneo sólo era una puerta que atravesaban distraídamente á la salida y á la vuelta.

Palabra del Dia

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