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Actualizado: 2 de julio de 2025
Los compañeros de Rafael escuchaban con tanta atención como éste. Les agitaba la malsana curiosidad de las pequeñas poblaciones donde el ahondar de la vida ajena es el más vivo de los placeres. Y ahora viene lo bueno continuó don Andrés, El loco del doctor tenía dos santos: Castelar y Beethoven, cuyos retratos figuraban en todas las habitaciones de su casa, hasta en el granero.
Aquel republicano lloró cuando las puertas de las Ursulinas se cerraron para detener al prisionero. Encontrose mi padre allí con buena y numerosa compañía, puesto que había en aquella cárcel más de doscientos sospechosos de la provincia, amontonados en las habitaciones y los corredores del antiguo convento. Mi padre pidió por todo favor le concedieran para él solo un rincón en el granero.
David, el viejo criado, observa sus juegos con gran atención, por la claraboya del granero, donde ha establecido su residencia; rasca su cabeza gris, y murmura entre dientes toda clase de cosas incomprensibles. Gertrudis lo ve un día y se lo muestra a Juan. Habrá que hacer una broma a ese viejo cazurro murmura la joven.
¡Cómo se afana! ¡Cómo desde el amanecer va del granero a la bodega, y de la bodega a la despensa! ¡Cómo atisba la menor telaraña y hace al punto que la deshollinen, cuando no la deshollina ella misma! ¡Cómo limpia el polvo de todos los muebles! ¡Con qué esmero alza en el armario o guarda en el arca o en la cómoda la limpia ropa de mesa y cama, sahumada con alhucema!
Aquellos de mis lectores que hayan visitado el país del cuco después de haber vivido algún tiempo en la clásica Castilla, y especialmente los que á esta última circunstancia reunan la de ser hijos de este poético suelo, me ahorrarían, de fijo, la pintura del efecto que en nuestros dos personajes causó el aspecto de la Montaña apenas hubieron perdido de vista la última llanura tórrida, monótona, infinita, de ese famoso granero de España.
Los javaneses, de blusa y calzón ancho, viven felices, con tanto aire y claridad, en su kampong de casas de bambú: de bambú la cerca del pueblo, las casas y las sillas, el granero donde guardan el arroz, y el tendido en que se juntan los viejos a mandar en las cosas de la aldea, y las músicas con que van a buscar a las bailarinas descalzas, de casco de plumas y brazaletes de oro.
Sarapammon y Dioscórides, valiéndose de las llaves del granero público, vendieron casi toda la cebada y el trigo que en él había, y una enorme provisión de lentejas, y cien artabas de arrak, bebida de arroz fermentado de que gustaban mucho los egipcios de entonces.
Algunas tardes subía en el aire rosado el agua de los surtidores, empapando al caer las escalinatas y los follajes. Ramiro aficionose muy pronto a la vida libre que llevaba en la heredad. Cuando hubo cumplido los trece años, Medrano, que solía alojarse con su hija Casilda en las cuadras bajas del granero, enseñole, en el caballejo de un gañán, todos los rudimentos de la jineta y de la brida.
La cuadra semeja un granero después de vendida la cosecha, y su olor habitual de vejez y de encierro se levanta aún más intenso de aquella desvastación. Sin embargo, los antiguos retratos de los Aguila han sido suspendidos nuevamente de la pared. Ramiro medita. Doble surco sombrío arruga su entrecejo.
El trigo, los sacos repletos que Batiste y su hijo subían al granero y al caer de sus espaldas hacían temblar el piso, conmoviendo toda la barraca, era lo que interesaba á la familia. Comenzaba para todos ellos la buena época. Tan extremada como había sido hasta poco antes la desgracia, era ahora la fortuna.
Palabra del Dia
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