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Actualizado: 26 de mayo de 2025


La noche en que se tuvo la noticia de la batalla, mi tía me sacó a caminar, para tomar lenguas, como ella decía. Las calles estaban cuajadas de gente. Corrían ya los rumores precursores de la gran noticia.

En cuanto el magnate adquirió con ella alguna confianza y penetró por su larga experiencia, más que por su ingenio, el carácter que tenía, principió a dejarse resbalar un tanto en las conversaciones, como si el desenfado para tratar los asuntos escabrosos fuese una prueba de «buen tono». Habló con gran naturalidad y como cosa corriente, de las relaciones ilícitas que sostenía la mayoría de las damas aristocráticas de Madrid. «La duquesa de Tal, ahora está enredada con el hijo del banquero Fulano.

Estaba segura de verle llegar; en efecto, transcurridos pocos días, el coche de Su Eminencia entraba en el patio del castillo, con gran sorpresa de Carlos, que ignoraba su venida.

Vi la noche mezclarse con el dia, Las arenas del hondo mar alzarse A la region del aire, entonces fria. Todos los elementos vi turbarse, La tierra, el agua, el aire, y aun el fuego Vi entre rompidas nubes azorarse. Y en medio deste gran desasosiego Llovian nubes de poetas llenas Sobre el bagel, que se anegara luego,

En estas breves interrupciones, doña Rufina demostraba un gran conocimiento del mundo y un pesimismo de buen tono respecto de la virtud. Para ella no había más pecado mortal que la hipocresía; y llamaba hipócritas a todos los que no dejaban traslucir aficiones eróticas que podían no tener. Pero esto no lo admitía ella.

Las grandes flores blancas de la magnolia, plenamente abiertas en sus ramas de hojas delgadas y puntiagudas, no parecían, bajo aquel cielo claro y en el patio de aquella casa amable, las flores del árbol, sino las del día, ¡esas flores inmensas e inmaculadas, que se imaginan cuando se ama mucho! El alma humana tiene una gran necesidad de blancura.

Le costó gran esfuerzo disimular el enojo; pasó un rato muy malo, pero los mimos y carantoñas de su Circe le endulzaron algo el pesar. ¿Vendrás pronto a verme? le decía, poniéndose archizalamera . Cuanto antes mejor. Yo no soy exigente; si tienes miedo a que lo sepan en tu casa, pasearemos por las afueras... y luego nos vendremos aquí a nuestro nido, como dos tortolitos.

La comida siguió sin nuevos incidentes hasta el preciso momento en que don Saverio ponía sobre la mesa un fuentón de duraznos en almíbar y una gran caja de guayaba, cuando apareció por la puerta el «ñato», con una preciosa canasta en la mano y parándose junto a Melchor, le dijo: Aquí le manda el patrón estos duraznos y dice que son de la chacra, para que convide a sus amigos y que muchos recuerdos.

Por otra parte, es Herrera una persona digna de estudio; en su vida hay diversos incidentes que merecen ser recordados; y aunque estos apuntes no permiten gran extensión, he de procurar condensar cuanto sea necesario para dar á conocer al artista sevillano.

El exquisito veneno de Oriente, le trastornó; dominado por una melancolía invencible, pasaba los días sentado, sumido en un largo ensueño sin impulsos, esperando las revelaciones de la Pereza, esa gran amiga de los artistas, que Gautier llamó «la décima musa»; comiendo un huevo crudo cada veinticuatro horas y fumándose algunos días ciento ochenta pipas. Esta situación duró varios meses.

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