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Hay que confesar que los negros de Oriente, los mismos que al alborear nuestra gloriosa guerra de Independencia, se lanzaban sin armas ni pertrechos contra los valerosos soldados españoles, para arrancarles á viva fuerza los fusiles de que carecían, no han mostrado ahora el valor heroico, desesperado, salvaje, si se quiere, que hizo de ellos en aquella época un objeto de admiración y de terror.

Vosotras, empero, almas sublimes que formais esa gloriosa legion de mártires, rechazais con santa indignacion los cobardes pensamientos que sugieren á los corazones tibios el egoismo ó la seduccion, firmes en vuestro propósito evangélico os lanzais á predicar públicamente la verdad, y devoradas por la santa sed de la salvacion de las pobres almas ignorantes y obcecadas, llevais vuestro amor hasta el inconcebible estremo de sellar con la propia sangre, para que se convenzan y conviertan, el testimonio que ya les habíais dado con vuestra irreprensible vida y luminosa predicacion.

El tratante en granos llegó poco después y le dijo: Padre, ya ve usted que el cielo amenaza lluvia, y si llueve, la cosecha va á ser este año bárbara, y yo me arruino con la baja del trigo, porque tengo empleado en él todo mi capital. Con que, padre, hágame usted el favor de pedir á la gloriosa Santa Ana que interceda con Dios para que no llueva.

El conde interrumpió su conversación en alemán para hablar á Desnoyers, que parecía interesado por el estrépito. Es el cañón. Se ha entablado una batalla. Pronto entraremos en danza. La posibilidad de tener que abandonar su alojamiento, el más cómodo que había encontrado en toda su campaña, le puso de mal humor. ¡La guerra! continuó . Una vida gloriosa, pero sucia y embrutecedora.

No sabiendo cómo corresponder á tantas lisonjas, Ceferino Palencia dióse á encomiar exaltadamente la labor de las artistas italianas: en teatro, como en pintura, como en ciencias, Italia sería siempre la más gloriosa de las naciones latinas.

El clamor público obligó, por último, al rey de España a darle un sucesor, retirándose el Duque murmurando de la debilidad de un soberano que no le dejaba concluir la gloriosa obra a que había dado principio. Y aunque le seguían las maldiciones del pueblo, no obstante conservaba en su tranquila conciencia la satisfacción interior y el convencimiento íntimo del bien que había realizado.

Y pensando en estas expediciones, en la suerte de los pobres soldados y en la resistencia que oponían los insulares al yugo estrangero, pensó que, muerte por muerte, si la de los soldados era sublime porque cumplían con su deber, la muerte de los insulares era gloriosa porque defendían su hogar. ¡Estraño destino, el de algunos pueblos! dijo.

Podrán ridiculizarse estas prácticas, pero van acompañadas de heroismo y de virtud, y no hemos querido dejar de recordar estos rasgos de antigüedad gloriosa, que pueden servir para esplicar las costumbres de aquellos tiempos, y el respeto de que se rodeaba á la magestad, poniéndola bajo el amparo de la religion.

Quiso Dios al fin consolarnos con noticia cierta del felicísimo arribo de estos dos Misioneros al puesto de la bienaventuranza, con una muerte tan gloriosa.

Recordemos que Velázquez se embarcó en Barcelona a 10 de Agosto de 1629, cuando fue por primera vez a Italia, llevando por compañero de viaje a Espinola que iba a tomar el Gobierno de Milán y el mando de las tropas españolas contra Lombardía. ¿Cómo entonces, mientras la nave surcaba el Mediterráneo, no había el soldado de referir al pintor su empresa más gloriosa?