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Actualizado: 7 de julio de 2025


Si el subprefecto de Mauriac hubiese querido conceder una medalla de plata, no hubiera tenido más que escribir a París, porque Sebastián había salvado a muchas personas, con grave exposición de su propia vida, y en especial a dos gendarmes que estaban a punto de ahogarse, con sus caballos, en el torrente del Saumaise.

Sus caretas de corto perfil y bigotes de cepillo les daban aspecto de dogos enfurruñados y una lejana semejanza con Bismarck. Entregó el capitán a Tritón un sobre sellado que contenía la lista de los candidatos al bautizo, bebieron juntos una copa de champán, y luego, seguido de los gendarmes, se retiró el enviado neptunesco, otra vez con acompañamiento de temblor de latas y estrépitos de bombo.

Mirad, hijos míos añadió luego , bien lo que es el amor; es algo muy bueno y muy malo; es malo particularmente para los soldados jóvenes cuando se aproximan a su aldea después de una campaña. Son capaces de faltar a su deber y hasta llegar a huir, perseguidos por dos o tres gendarmes. Lo he visto yo mismo.

Colocaron a esta respetable familia dentro de un carro escoltado por gendarmes, y la condujeron en medio de un espantoso alboroto y de gritos de muerte hasta Autún. Había en este pueblo una inmensa cárcel destinada a encerrar todos los sospechosos de la provincia. Mi padre, por una excepción de la cual ignoro la causa, fue separado del resto de la familia y encerrado en la cárcel de Mâcón.

Bandas de cuervos se levantaban con perezoso aleteo al oir sus pasos; pero volvían á posarse en tierra, repletos pero no ahitos, habiendo perdido todo miedo al hombre. De tarde en tarde encontraba grupos vivientes. Eran pelotones de caballería, gendarmes, zuavos, cazadores. Vivaqueaban en torno de las granjas arruinadas, explorando el terreno para cazar á los fugitivos alemanes.

El juez creyó ver que la presencia del acusado impedía a la criada hablar libremente. Déjenos usted solos dijo a Zakunine. Cuando éste desapareció, inclinada la cabeza por la puerta donde vigilaban los gendarmes, el juez se acercó a la criada. Oiga usted la dijo en voz baja, pero con vivacidad y en tono de persuasión confidencial; nos encontramos en presencia de una grave duda.

Iba lanzando nombres el escribano, y algunos, al no obtener respuesta, provocaban la intervención de la fuerza pública. Obedeciendo a una seña del mayordomo, salían los ridículos gendarmes en busca del fugitivo por todo el buque. Era alguno que deseaba aumentar la alegría pública con este incidente de su invención.

Tal vez creyó que iban gendarmes con nosotros. Cuando entró, ruborizose un poco la aduanera. Es mi primo nos dijo. No hay temor de que éste se pierda entre la espesura. Díjole después algunas palabras en voz baja, señalándole el enfermo. Inclinose el hombre sin replicar, silbó a su perro y salió corriendo a todo escape, escopeta al hombro, saltando de peña en peña a grandes zancadas.

Es por ese respeto al semejante que siente todo espíritu superior; por la consideración de que la violencia debe ser evitada, ya que, si todos se entregasen a ella, la vida social desaparecería... Cuando este pensamiento, que hoy es el de unos pocos, se extienda, abarcando a toda la humanidad, los hombres vivirán por su propia conciencia, sin leyes y sin gendarmes, trabajando por deber social, sin necesitar del hombre como único resorte de actividad y de la explotación sin entrañas como único medio de descanso.

Los porteros, con aire de viejos gendarmes, formaban en masa heroicamente para rechazar con sus pechos, sus panzas y sus puños la farándula revoltosa que pretendía introducirse en el solemne palacio.

Palabra del Dia

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