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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Al principio fruncía el seno, cual si la repeliese, mas poco a poco su rostro fue aclarándose con una sonrisa maliciosa. A propósito, Gabriel dijo con un acento meloso que tenía algo de agresivo . Recuerdo que, cuando lo del Monumento de Semana Santa, me hablaste de que necesitas ganar dinero para tu hermano.
Vió el profesor cómo agitaba los brazos con violencia al hablar á sus compañeros del Senado, al mismo tiempo que fruncía el entrecejo y torcía la boca con un gesto de escandalizada severidad.
En vano iba conferenciando con todas las niñas casaderas de la población, para arrancarles la promesa de asistir, lo cual, en verdad, no le costaba gran trabajo. Mas en cuanto el papá se enteraba, fruncía el entrecejo y decía gravemente: Ya veremos, don Mateo, ya veremos. Este veremos significaba, las más de las veces, una prudente abstención.
No hace frío ninguno... Luego se va viendo toda la costa: la mar está como una seda... Cuando se levante el piloto, le pediremos que toque la guitarra... ¡Ya verá V., ya verá qué bien la maneja! Pero en medio de su discurso se detenía, mirando a la proa, fruncía las cejas, se inclinaba sobre la barandilla, siempre con las manos en los bolsillos, y gritaba: ¡Babor!
¡Que estamos conformes, mujer!... Pero.... Y Simón se rascaba la cabeza y fruncía la boca. En esto entró el señor cura, venerable viejecito, a comprar dos cuartos de hilo negro para recoserse la sotana. Más a tiempo no podía usted llegar, señor don Justo le dijo Simón. Pues ¿que ocurre? preguntó el cura. Algo muy serio para nosotros respondió Simón ingenuamente.
Se le hablará dijo Maltrana con acento de resolución, sin el más leve asomo de risa . Se enterará de todo el buen rey, y escribirá la carta tan pronto como yo lo vea. Y como si temiese el contagio risueño de los ojos de Conchita, la cual fruncía los labios para conservar su gravedad, Isidro se despidió de doña Zobeida, repitiendo la promesa de presentarla al doctor después del almuerzo.
La enferma tenía en la frente una contusión que denunciaba su caída al suelo. Las gitanas, advertidas por una vecina, habían corrido en su auxilio. La Teodora fruncía el ceño al hablar al joven... Don Isidro, la pobre «señorita» estaba muy enferma. Estos ataques iban a repetirse con frecuencia. Eran cosas del embarazo, que se presentaba muy mal.
¡Hombre! dice un mozalbete a otro chisgarabís de su estofa, pasando revista a las lápidas . Mira quién está aquí... La Carmencita... ¿No te acuerdas, chico?... La que fué querida de mi primo el banquero, y le costó un ojo de la cara... Muchacha muy caritativa... y bonita, eso sí, sólo que se pintaba las cejas y fruncía la boca para esconder un diente mellado. ¡Preciosa corona le han puesto a don Melquíades!
Palabra del Dia
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