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Es el caso que el excelentísimo señor don Teodoro de Croix tenía la costumbre de almorzar diariamente cuatro huevos frescos pasados por agua caliente; y era sobre este punto tan delicado, que su mayordomo, Julián de Córdova y Soriano, estaba encargado de escoger y comprar él mismo los huevos todas las mañanas.

Ricardo satisfacía a todas estas preguntas haciendo una relación circunstanciada de sus hábitos de colegial con la verbosidad del que tiene los recuerdos muy frescos y no le pesa traerlos a cuento.

Y alzándose de su asiento, en uno de aquellos arrebatos ascéticos que de vez en cuando tenía, abrió doña Luz su famoso cuadro del admirable Cristo muerto y puso sus rojos y frescos labios sobre los labios lívidos de la tremenda imagen.

¿Quién...? ¿él? ¡Estaban frescos! Allí no se daban más copas. Le desacreditaban el establecimiento con sus feas palabras; los guardias le tomarían ojeriza por consentir en su casa tales blasfemias contra la excelentísima corporación, y además esto era lo principal , conocía de antiguo a aquellos parroquianos, que, cuando se alumbraban de veras, costaba un disgusto sacarles el dinero.

Comprendió que era necesario cambiar de todo en todo sus costumbres, reducir al último grado posible sus necesidades y vivir modestamente atenido al sueldo que felizmente la previsión de su padre le había alcanzado. No obstante, estos sanos propósitos estaban tan frescos que se borraron al contacto de las ocho o diez mil pesetas que la almoneda de su casa le produjo.

El salon de las sesiones es elegante y posee muy hermosos frescos pero revela, por la distribucion mezquina de las tribunas públicas, que en lo que ménos se pensó fué en darle asiento al pueblo español para que, oyendo á sus representantes, pueda juzgarlos, formarse una opinion y hacer efectiva la responsabilidad moral.

Pero Nélida se lo arrebató, paseando sus labios frescos por la temblona cabecita del simio. Los esposos Kasper se conmovieron al saber que los dos animales eran regalo del doctor Ojeda. Miraron en torno para darle las gracias por sus atenciones con la niña, pero hacía rato que se había retirado a su camarote, deseando librarse cuanto antes de la sociedad de Nélida.

Así como avanzaba el día, era más grande la afluencia de carros y cabalgaduras en la glorieta de los Cuatro Caminos. Llegaban de Fuencarral, de Alcobendas o de Colmenar, con víveres frescos para los mercados de la villa. Junto con los cántaros de la leche descargábanse en el fielato cestones de huevos cubiertos de paja, piezas de requesón, racimos de pollos y conejos caseros.

Jaramillo amaba esta hora como la más segura. Morales se quedaría en la calle para auxiliar á su compañero. ¿Quién puede adivinar lo futuro? Tal vez gritase el alemán, y fuese preciso matarlo. ¡Una vida menos significa tan poco!... Entró Jaramillo en la casa saltando la tapia del patio trasero. Luego se deslizó, con los pies descalzos, por los frescos corredores, sin producir ruido alguno.

Si la techada principal, la iglesia y la Biblioteca tienen mil preciosidades, la grande escalera del palacio es un famoso monumento, notablemente por los gigantescos frescos históricos que representan la batalla de San Quintin en Francia y los personajes mas importantes del Escorial, como Cárlos V, Felipe II, etc.