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Actualizado: 23 de julio de 2025


Pide de comer dijo Van-Stael . No somos fondistas, señor salvaje; pero si estás en ayunas, puedes comerte esta olutaria. Tomó una de la especie llamada zapatos, y se la arrojó al australiano, que la pilló al vuelo, llevándosela ávidamente a la boca. ¡Qué apetito! exclamó Hans. No hay que maravillarse, sobrino mío.

Además, o es uno hombre, o no lo es; o tiene o no tiene entrañas de humanidad, agallas para ir por donde vayan y hacer lo que hagan otros; o sirve o no sirve para algo más útil y de mayor jugo y provecho que pisar alfombras de salones; engordar el riñón a fondistas judíos, sastres y zapateros de moda; concurrir a los espectáculos; devorar distancias embutidas en muelles jaulas de ferrocarril, y gastar, en fin, el tiempo y el dinero en futilidades de mujerzuela presumida y casquivana.

En cuanto al local, no les da el naipe a los fondistas para escoger local; en cuanto al adorno, nos cogen acostumbrados a no pagarnos de apariencias; nosotros decimos: ¡como haya qué comer, aunque sea en el suelo! Por consiguiente, nada nuevo en este punto en la fonda nueva. Choconos, sin embargo, la diferencia de las caras de ahora, y que hace medio año se veían en aquella casa.

Bregando con fondistas y cafeteros, consiguió combinar platos, vinos y helados del modo que le parecía más ortodoxo y elegante; pero quiso su desdicha que a última hora el entusiasmo político lo echase todo a perder, instigando a este bodegonero federal a enviar «la prueba» de sus vinos y a aquel hornero a remitir media docena de robustas empanadas, que cayeron en el banquete como barbarismos en selecto trozo de latinidad clásica.

Sin embargo, Vefour pasa, como si dijéramos, por el príncipe de los fondistas de Paris. Es aquí lo que es en Madrid la fonda del Cisne ó la casa de Lhardy. Entramos.... ¡Dios nos asista! Si no hubiera sabido que me encontraba en una fonda, es seguro que me hubiera quitado el sombrero. La sala principal es una pieza régia, y podria servir perfectamente para salon de embajadores.

Poco después, cuando las personas reales y la grandeza abandonaron el Salón, salieron aquellos con su canasto, y en los aposentos de la repostería les esperaban los fondistas de Madrid o bien otros singulares negociantes para comprarles todo por unos cuantos duros. Mientras duró la comida, las graciosas espectadoras no cesaban en su charla picotera.

Palabra del Dia

godella

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