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Actualizado: 25 de mayo de 2025


Lope de Vega era un hombre bello, alto y de flaco rostro, moreno, pero agraciado, y denotando su ingenio; tenía la nariz grande y bien delineada, ojos vivos y afectuosos, y negra y espesa barba. Hasta los últimos años de su vida disfrutó de salud perfecta, porque su organización fué sana, y su vida ordenada y metódica.

Al entrar en el cuarto del hotel, frecuentado por oficiales de los buques mercantes, encontró á Ferragut sentado junto á un balcón, desde el que se veía todo el puerto viejo. Estaba más flaco, con los ojos hundidos y mates, la barba revuelta y un olvido manifiesto en su persona. ¡Tòni!... ¡Tòni!... Se abrazó á su segundo, mojándole el cuello de lágrimas.

Deje usted andar, amigo; deje usted andar, que ya llegarán, dijo el flaco con voz sonora y profunda. Y metiendo la mano en el bolsillo, sacó un pequeño envoltorio que, por el sonido que produjo al ser puesto sobre la mesa, indicaba contener dinero.

En su impotencia, el gobierno hacía alardes de vigor en las personas que le parecían sospechosas, para que, á fuerza de crueldad, los pueblos no conociesen su flaco, el miedo que dictaba tales medidas.

La hacienda, los negocios, la educación de la hija, todo dependía y todo era dirigido y gobernado por Doña Blanca. El aspecto de D. Valentín era insignificante y neutral. Ni alto ni bajo, ni pelinegro ni rubio, ni flaco ni gordo. Parecía, con todo, un señor, por decirlo así, muy correcto en sus modales, en su continente y en su habla.

Desde entonces ocupa aquel puesto, negro, flaco y desplumado, azotado por la lluvia y empujado por el viento, del que guarda siempre la cola. Ya no se llama Medio pollito, sino veleta; pero sépanse ustedes que allí está pagando sus culpas y pecados; su desobediencia, su orgullo y su maldad.

Como hombre, reunía todo lo malo que cabe en nuestra naturaleza; como rey, resumió en cuanto de flaco y torpe puede caber en la potestad real. La revolución de 1812, primera convulsión de esta lucha de cincuenta años, que aún dura y tal vez durará muchos más, trató de abatir la tiranía de aquel demonio, y en sus dos tentativas no lo consiguió.

Felizmente, la reciente guerra ruso-japonesa, poniendo al descubierto el enorme flaco de esta elaboración de la docilidad humana por el aceite hirviendo del infierno, por los terrores del más allá y no por la educación de las multitudes para la justicia, la rectitud, la benevolencia y la cordura, les hará ver por egoísmo lo que no han querido ver por generosidad de alma: que las sociedades organizadas sobre el miedo al castigo, serán siempre inferiores en poder moral a las sociedades organizadas sobre el sentimiento de la dignidad humana.

«No, no te doy la llave; no saldrás mientras yo viva» exclamó D. José, haciéndose superior a mismo y mostrando la energía que a veces surge del flaco ánimo de los débiles, como en ciertos momentos de crisis las sublimidades brotan del cerebro de los tontos. Isidora le miró con ira, y respiró fuerte apretando contra el talle el lío de ropa. «¡La llave, la llave!

Su entristecido arqueo de cejas le prestaba vaga semejanza con los retratos de Quevedo; su pescuezo, flaco, pedía a voces la golilla, y en vez de la vara que tenía en la mano, la imaginación le otorgaba una espada de cazoleta.

Palabra del Dia

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