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Actualizado: 7 de octubre de 2025
Moro, en calzoncillos como estaba, hizo una pirueta y tres o cuatro zapatetas en señal de íntimo regocijo, como si aquel ruido bárbaro hubiese tocado las fibras más delicadas de su corazón.
La carditis aguda con todos los desórdenes orgánicos del corazón y los terribles accesos de sofocacion y ansiedad que produce, puede ceder con arsénico que parece fortifica la accion propia del corazon contra el aflujo é impulsion de la sangre, y que regulariza la contraccion de sus fibras.
No le parecía ser el mismo. ¿No era algo por el estilo lo que creía sentir desde la tarde anterior? ¿No eran las mismas fibras las que vibraban entonces, allá en las orillas del Bernesga, y las que ahora se movían como una música plácida para el alma?». En los labios del Magistral asomó una sonrisa de amargura. «Aunque todo ello sea una ilusión, un sueño, ¿por qué no soñar?
Sentáronse un rato Baltasar y la Tribuna en el parapeto del camino, protegidos por el silencio que reinaba en torno, y animados por la complicidad tácita del ocaso, del paisaje, de la serenidad universal de las cosas, que los sepultaba en profundo caimiento de ánimo, que relajaba sus fibras infundiéndoles blanda pereza muy semejante a la indiferencia moral.
En realidad, su vida había sido una vida ardiente, ocupada por un fin inmediato que lo separaba de la inmensidad desconocida y triste; su vida había sido tenaz y, bien que el objeto alrededor del cual las fibras de su vida se habían entrelazado, fuese una cosa aislada e inerte, ese objeto daba satisfacción a la necesidad de Marner de tener una afección cualquiera.
Hasta del mal ladrón le estaba dando lástima en aquel momento. ¡Cuánta mayor lástima le daría del Magistral que, según ella, no era ladrón, ni malo ni bueno!». La forma del sacrificio, el día, la ocasión, todo estaba señalado: se juró no volverse atrás; aquella exaltación era lo que ella necesitaba para poder vivir; si más tarde el cansancio, la relajación de aquellas fibras tirantes traían a su ánimo la cobardía, los reparos mundanales, prosaicos, el miedo al qué dirán, no haría caso... iría derecha a su propósito sin vacilar, sin deliberar más.
A don Fermín le asustó la impresión que le produjo, más que las palabras, el gesto de Ana; sintió un agradecimiento dulcísimo, un calor en las entrañas completamente nuevo; ya no se trataba allí de la vanidad suavemente halagada, sino de unas fibras del corazón que no sabía él cómo sonaban. «¡Qué diablos es esto!» pensó De Pas; y entonces precisamente fue cuando se encontró con los ojos de don Álvaro; fue una mirada que se convirtió, al chocar, en un desafío; una mirada de esas que dan bofetadas; nadie lo notó más que ellos y la Regenta.
¡Aquí lo tienes, toma!... te lo entrego: es este corazón ya moribundo, que se agita entre océanos de fuego, y que latiendo temeroso y ciego, te vió y te amó con un amor profundo... Es este corazón de fibras rotas, anémico y enfermo, siempre triste... donde circulan de la hiel las gotas y vibran melancólicas las notas de un mal tenaz que en maltratar insiste.
Los dolores reumáticos del causticum están relacionados con un mal estado de la nutricion; se distinguen por un adormecimiento de la parte y por un temblor del miembro; tambien hay con frecuencia retraccion de los tendones y rigidez de las fibras musculares. Los dolores se sitúan generalmente en las articulaciones, aun cuando haya nudosidades artríticas.
Al contrario, se desconfía de la amabilidad excesiva y, sobre todo, de la sonrisa dulzona; se le buscan a cada hombre los pliegues y repliegues del alma con el mismo cuidado y atención con que un disecador va palpando y poniendo a la vista con el bisturí todas las fibras de la máquina corporal.
Palabra del Dia
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