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Actualizado: 7 de junio de 2025
La mujer se convierte en una maravilla, en un monumento; parece rodearse de ese prestigio inexplicable que circuye á una estátua; nos llama á sí con la atraccion eléctrica que en nosotros produce el arco Iris; no es mujer, repito: es una melancolía delicada, un arte sublime, un gran poder, porque el elemento maravilloso, ese algo fantástico á que suele darse tan poco sentido, es un poema armonioso é infinito que la naturaleza ha grabado en nuestro corazon.
Además, la causa del desvío de Pepita tenía para mi padre un no sé qué de fantástico y de sofístico que al cabo debía desvanecerse. Pepita no quería retirarse a un convento ni se inclinaba a la vida penitente: a pesar de su recogimiento y de su devoción religiosa, harto se dejaba ver que se complacía en agradar. El aseo y el esmero de su persona poco tenían de cenobíticos.
Con su infinito poder decorativo, trasforma lo que antes era oscuro lecho, ocupado por un mancebo, en altar fantástico y resplandeciente donde reposa la juventud.
Y como quien no hace nada, o se descuida de intento, pues siempre es muy conocido todo aquel que busca pleito, se sentó con toda calma, echo mano al estrumento y ya le pegó un ragido: era fantástico el negro; y para no dejar dudas, medio se compuso el pecho.
Una vez allí, se encontró sereno, y poniendo con osadía los ojos en el palco de la generala, esperó. Al tropezarse con él la mirada de ésta, llevose la mano al sombrero y la hizo un saludo exagerado, fantástico, de los que tanto gustaban los mancebillos elegantes en aquella época.
Desde entonces les declaró guerra á muerte y los perseguía cruelmente á tiros cargando con mostacilla un enorme fusil de chispa que procedía de la guerra de la Independencia. Al compás de su amo, también descaecía Talín y también se agriaba su carácter. Aquel perrillo siempre gruñón y fantástico se había hecho ahora insoportable.
Esta fue la ocasión que Velázquez, si lisonjero agradecido, aprovechó para retratarle en campo de batalla de cuerpo entero y tamaño natural, ordenando un combate fantástico a caballo, con coraza de labores de oro, chambergo de grandes plumas, bastón de mando y aspecto de caudillo seguro y digno de la victoria.
Un resplandor de oro, de piedras preciosas, de objetos de gran brillo, que aun parecían más esplendorosos en este ambiente de miseria, hirió los ojos del asombrado Maltrana. El tesoro era cierto. ¡Vive Dios! La realidad tenía sorpresas de cuento fantástico. El joven pensó por un instante en las novelas de portentosas aventuras leídas en su juventud. La vieja se gozaba en el asombro del nieto.
Después, como si se arrepintiera de haber dicho demasiado, apartó la vista de su sobrino, murmuró algunas voces incoherentes, y volvió á hojear sus papelotes, escribiendo algo y gruñendo siempre, sin dejar de gesticular como si hablara con alguien. Lázaro miró un buen rato la lívida faz del viejo realista, que, iluminada de lleno por la luz, ofrecía fantástico é infernal aspecto.
Más que hombre, parécenos ser fantástico que encarnaba una voluntad de bronce en un cuerpo de acero. Siempre en vigilia, jamás pudieron los suyos saber cuáles eran las horas que consagraba al reposo, y en el momento más inesperado se aparecía como fantasma en los baluartes y en la caserna de sus soldados.
Palabra del Dia
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