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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Es necesario poner la observacion en todas las partes de este gran todo, para que lleguemos á divisar qué clase de sueldo es el que está depositado en el fondo de esta inmensa urna. Aquí entra en todo, como uno de los elementos más poderosos, como la primera vitalidad del país, como carácter de raza, la fantasía. Aquí tiene todo un algo fantástico, el sueldo tambien.
Bordada sobre ella, del lado del corazón, había una gran cruz roja de la orden de Calatrava. El señor de Quiñones prescindía pocas veces de esta talma, que le daba aspecto un poco fantástico y teatral. Siempre había sido extravagante en el vestir. Su orgullo le impulsaba a buscar el modo de distinguirse del vulgo.
María había olvidado enteramente el episodio del agujero en el bastidor; Antoñico soñaba todavía algunas veces con aquel ojo fantástico, escrutador, y despertaba despavorido; poco a poco se fue convenciendo de que había sido una ilusión del miedo y el miedo abrió paso a la confianza.
Concluido este cuasi sermón, cesé de oír: y a poco cesé de ver: dejado de la mano del ser fantástico que me sostenía sobre Babel la nueva, volví a caer en París, donde me encontré rodeado entre la confusión de palabras vestidas de frac y de sombrero, que a pie y en coche corren las calles de la gran capital.
Lo que estaba viendo, ¿qué era? ¿Era una aberración, un delirio, una imagen del sueño, un juguete fantástico, obra de los ángeles traviesos para burlarse de los que con sus mundanas tristezas van a profanar la casa de Dios?
Hay algo de fantástico en ese traje, en esa chaquetilla de merino azul con galones de plata, en ese pantalón de cotín blanco, en esas polainas de precio modesto pero de soberbio brillo, que se empeñan en confabularse con el botín chueco de elástico, para fingirse botas granaderas.
Por momentos, le nacía una suerte de voluptuosidad y de júbilo que inmediatamente huía: era como si el exceso de la emoción penosa necesitara el respiro instantáneo de un placer fantástico. En uno de aquellos relámpagos ficticios, le acometió la tentación de lanzarse riendo en medio de la sala, bajo la mirada de todos, para besarla en la blancura fina de la nuca.
El neblí que oye a su lado el volar de la garza y no acierta a verla, oculta por algún celaje, no padece más tormentos. Mi imaginación delirante se forjaba mil visiones de imposibles, que se gozaba en vencerlos a su antojo, y el placer más subido y engalanado, con los mágicos colores de los deseos, se me pintaba por último término en aquel cuadro fantástico.
Lo mismo la pregunté; pero ella me contestó: es el retrato fantástico de mi buena madre, con quien sueño todas las noches; en quien pienso todos los días; un rostro que yo he dibujado recordando mis sueños... Mañana le verá usted. No supe qué contestar. La hacía llorar la vista de la reproducción material de un fantasma.
Tomó la mano de Miguel y lo condujo suavemente hasta el centro de aquel fantástico recinto, y se dejó bañar un instante por el rayo de la luna. Mil pensamientos poéticos cruzaron entonces por la imaginación de la dama. ¡Qué desprecio y qué asco le inspiraba en aquel momento el mundo frívolo que se veía obligada a habitar!
Palabra del Dia
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