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Actualizado: 19 de junio de 2025
Tenía dos géneros de fanatismo: el del trabajo, pues no podía estar inactivo, y el de la política. Deliraba por los derechos del pueblo, las preeminencias del pueblo y el pan del pueblo, fundando sobre esta palabra ¡pueblo! una serie de teorías a cuál más extravagantes. Realmente estas teorías no eran suyas. Una generación se había embobado con ellas, mirándolas como pan bendito.
Ahora bien: para fanatizarse es necesario que el espíritu esté formado y que nuestras ideas estén muy hechas, muy elaboradas. Ni el tierno doncel, como si dijéramos el cadete, ni la señorita, la niña, que acaba de asomarse al mundo, tienen la aptitud del fanatismo. Es un error creer que los años y la experiencia evitan que nos fanaticemos. Ocurre, precisamente todo lo contrario.
Las partidas van en aumento. Dicen que el Rey se marcha al ejército del Norte. Si esto no se sostiene, vamos derechos a Don Carlos. Pues crea Vd. que el fanatismo religioso nos envilece ante la Europa culta. Yo a quienes tengo miedo es a los republicanos. Vamos derechos a un noventa y tres espantoso. Todas las malas pasiones se han abierto camino.
¿Y usted, Maltrana, es también de los que le creen judío? Yo no creo nada cuando faltan pruebas y sólo hay inducciones. Pero los que opinan así no se apoyan en el vacío. Aquel hombre extraordinario tenía todos los caracteres del antiguo hebreo: fervor religioso hasta el fanatismo; aficiones proféticas; facilidad de mezclar a Dios en los asuntos de dinero.
Allá va lo que pongo a la voz <i>Fanatismo</i>... «Enfermedad físico-moral, cruel y desesperada, porque los que la padecen aborrecen más la medicina que la enfermedad. Es una como rabia canina que abrasa las entrañas, especialmente a los que arrastran holapandas.
Por lo demás, es falso á todas luces presentar los horrores, á ella debidos, como únicos y sin ejemplo en la historia. No hay parte alguna de la tierra libre de los estragos del fanatismo religioso y de la superstición, ni nación que en este punto pueda echar nada en cara á las demás, ni secta que se exima de reproches semejantes cuando ha tenido poder suficiente para hacerlo.
En ambos peñascos, el amor llegó al sacrificio; en ambos se confundieron en un postrer suspiro dos almas, con la única diferencia de que en el primero las causas eran originarias de la diversidad de clases y en la segunda partían del fanatismo y superstición mora. Al Pico de los amantes condujo la desesperación á un plebeyo y á la hija de un chamorri.
Si el nombre de España fuese masculino, casi, casi debería yo tener celos. Mi mujer ama su nacion con un fervor que raya en fanatismo. Probablemente lo diré en más de un pasaje de estos apuntes, porque es una pasion tan grande que no puede menos de causarme extrañeza.
Y en lo tocante á la muchedumbre de gente menuda, quemada, ahorcada ó muerta por otros medios á manos del fanatismo religioso, nada tienen que envidiarnos los pueblos más cultos que en el día hay en Europa.
Rafaela le encontraba muy fino, y lo que es el señor de Figueredo aún ponderaba más su finura. Con lo único que Rafaela no podía transigir era con el fanatismo anti-europeo y sobre todo anti-español de sus doctrinas históricas. Rafaela se empeñó, pues, en convertir a Pedro Lobo, haciendo de él una persona razonable.
Palabra del Dia
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