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Actualizado: 25 de junio de 2025
Es del período flamboyant del gótico, y lo que le falta en severidad y unción mística lo tiene en lujo de primorosos adornos..... Todos convienen en que, no obstante sus líneas ojivales, pertenece al Renacimiento por la ornamentación. Centenares de estatuas adornan sus fachadas: las agujas pasan de doscientas. El conjunto resulta grandioso.
Una de las fachadas laterales caía sobre pequeño jardín húmedo, descuidado y triste y cerrado por una tapia de regular elevación; la otra sobre una callejuela aún más húmeda y sucia abierta entre la casa y la pared negra y descascarillada de la iglesia de San Rafael.
Allí se alzan en confusion, sobre los techos de las viejas casas, las torres góticas de interesantes iglesias, la masa imponente del precioso Palacio municipal, las fachadas de grandes casas de estilo moderno y los techos de cristal de algunos edificios públicos.
En Palencia permanecí dos horas; de modo, que sólo vi la Catedral. Estaba ya cerrada; pero pude admirar desde luego su gracioso conjunto, que es una especie de fortificación como la de Almería, con dos fachadas del más puro estilo gótico. Ya me retiraba, muy pesaroso de no haberla visto por dentro, cuando divisé al sacristán, que abría un postigo y penetraba en el templo.
Hablábase en un grupo el vascuence, en otro el francés, aquí el alemán y allá el inglés; y para colmo de mi sorpresa, el sombrío palacio de los Trasierra, sobre el punto más elevado de la población, y en otro tiempo cerrado y misterioso, como si dormitara entre los recuerdos de su época, había abierto anchas puertas á la moderna luz y engalanado sus fachadas; y no descansaba como antes sobre escombros y zarzales, sino sobre ameno y florido campo; cultivado por diestro jardinero.
Iba aproximándose el Goethe a la ciudad. Apareció ésta detrás de dos islas coronadas de palmeras, avanzando sus primeras casas entre pequeñas colinas en forma de panes de azúcar. Las construcciones destacaban sus fachadas de un rojo veneciano o amarillas sobre la masa obscura de los jardines. Navegaba el trasatlántico en aguas pobladas de reflejos.
Había en Madrid por aquel tiempo, en uno de los barrios extremos, una casa que rompiendo la línea de fachadas contiguas, parecía apartarse del trato de las gentes. Tenía por delante un pequeño jardín con verja; aislábala por detrás un ancho patio con cuadras y cocheras, y a derecha e izquierda la limitaban una pared medianera y fuertes tapias a una calle poco frecuentada.
Estaba situado en una plazoleta que formaba la Rúa Nueva al desembocar en el muelle, y una de sus fachadas miraba al mar. Reuníanse en él la mayor parte de los capitanes y pilotos que estaban en Sarrió de paso, y casi todos los que sin ejercer el oficio habitaban en la villa, con más los vecinos que sentían de un modo o de otro inclinaciones marítimas.
Un coche subía por la calle de Alcalá y entraba por el paseo del Prado; en el jardín del ministerio brillaba el fusil de un centinela, y algunas voces de hombres que venían cantando escuchábanse muy de cerca, por el lado de allá de la verja. Forma la esquina del ministerio un pabellón aislado, de un solo piso, con cuatro fachadas y tres ventanas en cada una.
Todas las fachadas de la basílica, sin contar la principal con sus pórticos elegantes, sus estatuas á centenares, su exquisito gusto, su fisonomía admirable y nueva, su lujo arquitectural, son obras maestras, son museos. Volviendo al Palacio Ducal donde tantos portentos se esconden, nadie salga de su recinto sin ver el museo de escultura que hay en uno de sus infinitos salones.
Palabra del Dia
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