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Verdad es que estos fragmentos contienen muchos detalles insignificantes y superfluos, y por lo común resuelven á medias nuestras dudas; pero como, por lo demás, son curiosos, y entre su fárrago se hallan á veces datos importantes para conocer el teatro de aquella época, hemos querido citarlos para solaz de los aficionados. Fundación y progresos de los teatros de Madrid.

Tengo todavía en el bolsillo la carta de la madre Misericordia para el duque, y otra carta de la misma madre para vos. Dadme, dadme. Tomad, señor. El padre Aliaga abrió la carta dirigida á él, y encontró todo el fárrago que nuestros lectores conocen.

También ella prefería las propiedades de campo a todas las demás clases de riqueza. Después que se retiró su amante, se quedó pensando en su fortuna, y todo aquel fárrago de olivos, parrales y carrascales que tenía metido en la cabeza le impidió dormir hasta muy tarde, enderezando aún más sus propósitos por la vía de la honradez.

Todavía han empleado más fárrago los economistas en demostrar otra verdad, de la cual es más inverosímil que nadie haya dudado nunca, y en cuya demostración parece absurdo, a los que no están iniciados en los misterios de la Economía Política, que nadie se afane con formalidad.

Por cada estatua, por cada piedra preciosa tallada, por cada blasón, escudo ó divisa, moldura y relieve que aquí pueda ocupar y dar de comer á un amanuense hábil y discreto como , hay allí ciento. En el saco de Carcasona yo habitaciones enteras atestadas de pergaminos, sin que ninguno de nosotros pudiera leer una palabra de tanto fárrago.

Me dolía ya la cabeza... Al buen periodista nunca le debe doler la cabeza... ¡Oh, qué placer el de ser redactor! Dejémonos de fárrago, yo no sirvo para él. Vaya un artículo profundo; ojeo el Say y el Smith; de economía política será. Grande artículo me dice el editor, pero, amigo Fígaro, no vuelva usted a hacer otro. ¿Por qué?

Sin advertir nada, Maximiliano elogiaba el perfecto condimento del arroz; pero ella se calló, echando para adentro, con las primeras cucharadas, aquel fárrago amargo que se le quería salir del corazón.

Los libros de aquéllos pasarán y los pocos de éstos quedarán, como conviene que queden, sin confundirse en el fárrago insulso de tanto como por oficio se escribe. Por otra parte, donde no valen dinero las obras literarias, los autores no suelen ser tan prolijos en escribir, y esto es gran ventaja.

Por eso me río yo de ciertas leyes y de todo el código penal social del amor, que es un fárrago de tonterías inventadas por los feos, los mamarrachos y los sabios estúpidos que jamás han obtenido de una hembra el más ligero favorcito».

También le cultivaba la memoria, descargándosela de fárrago inútil, y le hacía ver claros los problemas de aritmética elemental, valiéndose de garbanzos o judías, pues de otro modo no andaba ella muy a gusto por aquellos derroteros.