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Por la noche la pobre niña tenía un apetito voraz, y aunque su papá decía que el gazpacho no había quedado bien, a ella le gustó mucho, y tomose la ración más grande que pudo. Cuando se acostó, la pesadez del sueño infantil impedíale sentir las dificultades de la digestión de aquel fárrago que había introducido en su estómago. Sus nervios se insubordinaron y su cerebro, cual si estuviera comprimido entre dos fuerzas, la acción congestiva del sueño y la acción nerviosa, empezó a funcionar con extravagante viveza, reproduciendo todo lo que durante el día había actuado en él por conducto directo de los sentidos. En su horrorosa pesadilla, Isabel vio entrar a Milagros y hablar en secreto con su mamá. Las dos se metieron en el Camón, y allí estuvieron un ratito contando dinero y charlando. Después vino el Sr. de Pez, que era un señor antipático, así como un diablo, con patillas de azafrán y unos calzones verdes.

El no admirar, por consiguiente, á los poetas de los Cancioneros, debe de consistir, y no hallo otra razón por más vueltas que le doy, en que distan mucho de ser admirables. En cambio, en la vida del más insignificante de ellos, en sus lances de amor y fortuna, hay más poesía, más chiste, más amenidad ó más sublimidad, que en todo el fárrago de sus canciones, glosas y villancicos.

¿Es que en el número de los escogidos, de los aristócratas del espíritu, no estaba ya pesado en su propio valor, el odioso fárrago del canino Griswold? La infame autopsia moral que se hizo del ilustre difunto debía tener esa bella protesta. Ha de ver ya el mundo libre de mancha al cisne inmaculado.

Esto quiere decir que ha analizado más en estudios estadísticos y fisiológicos, que es más sábia en la ciencia del hombre, y en la ciencia de la sociedad, porque hoy se llama ciencia lo que antes se llamaba herejía, y se llama fárrago lo que antes se llamaba ciencia.

Sin embargo, como era asaz rudo en sus modales, no escatimaba a los autores noveles que se confiaban en él y le leían sus producciones, las censuras fuertes y hasta los insultos: «Toda esa relación es puro fárrago; eche V. tinta sobre ella.

Los párrafos que le siguieron desdecían muchísimo de él. Más adelante volvió a soltar otro período majestuoso y grandilocuente, que a nuestro joven le agradó sobremanera; pero luego se despeñó en un fárrago de vulgaridades y chocarrerías, de las que no menos quedó asombrado, «¡Vaya un hombre originaldijo para . Otro período de superior calidad; otro en seguida necio y arrastrado.

El sentimiento católico de Torquemada no había sido nunca muy vivo. Cierto que en tiempos de Doña Silvia iban los dos á misa, por rutina; pero nada más. Pues después de viudo, las pocas ideas del Catecismo que el Peor conservaba en su mente, como papeles ó apuntes inútiles, las barajó con todo aquel fárrago de la Humanidad-Dios, haciendo un lío de mil demonios.