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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Ya lo había pensado también su paisana la tarde anterior; pero como ignoraba el número de la casa de D. Romualdo en la calle de la Greda, no se determinaron a emprender las averiguaciones. Por la mañana, habiéndose brindado el portero a inquirir el paradero de la extraviada sirviente, se le mandó con el encargo, y a la hora volvió diciendo que en ninguna portería de tal calle daban razón.
Toda la sangre de su corazón refluyó hacia sus mejillas cuando me vio, y tuve necesidad, por cierto, de toda mi resolución, para no correr a su encuentro y estrecharla entre los brazos en plena calle. ¿De dónde viene y a dónde va? Esta fue la primera pregunta que le dirigí viéndola extraviada y como aventurándose en una parte de París, que debía ser el fin del mundo para la condesa De Nièvres.
¿Decís exclamó que su majestad ama á ese joven? Estoy casi cierto de ello. ¡La prueba! ¡la prueba! No puedo dárosla ahora, pero os la daré. Si me la dais, os hago doblemente rico. Montiño miró de una manera extraviada al fraile.
Sin saber por qué, cuando se vió solo en aquella casa sombría, en compañía de aquella mujer pálida, con la vista extraviada y el rostro enflaquecido por tres días de delirio y calentura; cuando notó sus ligeras convulsiones, su agitada respiración, su mirada viva, sin saber por qué, lo repetimos, tuvo miedo. ¿Está mi tío? preguntó. Tengo que verle. No está; desde ayer no parece.
No encuentro mejor comparación para este estado que el de un febricitante cuya imaginación enferma, extraviada en un mundo desconocido y perseguida por reminiscencias confusas, pasa al azar de un objeto a otro, une bajo el mismo punto de vista los contrastes más extravagantes, las imágenes más disparatadas, y se pierde en esas transiciones sin motivo y sin fin, tan incapaz de formar juicio de sus sensaciones como de elegirlas.
Miré a mi alrededor; muchos pasajeros habían empalidecido y observaban silenciosos, pero con la mirada un tanto extraviada, los extremecimientos del barco, bajo el jadeante batir de la rueda... De pronto, un hondo suspiro de satisfacción salió de todos los pechos: habíamos vencido, en media hora de esfuerzos, al temido chorro y avanzábamos francamente.
Grande y caritativa obra, por tanto, será la del libro que sirva de punto fijo para avisar a los del barco que se alejan de la orilla; que sirva de espejo fiel al bizco desdichado, para que, comenzando por conocer allí su vista extraviada, acabe por odiarla en sí mismo.
Voy a poner por caso la vida de Spinoza. Esto explicará mejor mi idea. Figurémonos que aquel sabio no hubiese escrito sus obras filosóficas; que por cualquier motivo se hubiese llevado al sepulcro el secreto de su admirable, aunque extraviada, aptitud para las más profundas especulaciones metafísicas.
Distinguía estas dos ideas en absoluto, sin que influyera nada en él ni la idea de utilidad, ni aun la de bondad. Pareciole encantadora una mariposa que extraviada entró en su cuarto. Un tintero le parecía horrible, a pesar de que su tío le demostró con ingeniosos argumentos, que servía para poner la tinta de escribir... la tinta de escribir.
Había en aquella adhesión y cariño que toda la familia le mostraba, en lo franca y resueltamente que se ponían de su parte y rechazaban con horror a la extraviada hija y hermana, algo que a Gonzalo le conmovía y le sofocaba a un mismo tiempo.
Palabra del Dia
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