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Actualizado: 28 de septiembre de 2025


Arturito Galeolo era un chico que frecuentaba las mejores casas y las peores mujeres de la corte: tenía dos hermanas jamonas muy guapas, extravagantes en el vestir, de conducta dudosa y a quienes acompañaba a todas partes.

Ante la idea del deber no hay más que una alcurnia; la alcurnia de lo bueno, de lo discreto, de lo justo, y ante esa alcurnia de la conciencia universal, nadie es personaje para dar banquetes extravagantes y risibles, haciendo gala de un orgullo tonto. ¡Gasta su dinero! ¡Su dinero es suyo! Esto responden siempre los adoradores del señorío feudal. ¡Argumentacion peregrina!

En el catálogo de comedias españolas de Juan Isidro Faxardo, que se halla manuscrito en la Biblioteca Nacional de Madrid, «Títulos de todas las comedias que en «verso español y portugués se han impreso hasta el año de 1716añade: «Y también se le dan á Lope la parte llamada 26, impresa en Zaragoza 1645; la parte 27, impresa en Barcelona 1633, y la parte 28, impresa en Zaragoza 1639, si bien estas tres partes 26, 27 y 28 se hallan por extravagantes, y sólo corrientemente se dicen 25 partes de Lope.» D. Agustín Durán me ha asegurado, por haberlos visto hace años, que efectivamente existen estos tres tomos, y acaso también el 29, aunque todo mi empeño en encontrar ejemplares completos de las mismas ha sido hasta ahora inútil; paréceme, no obstante, que he descubierto algunos fragmentos de las mismas.

Casi todas las piezas dramáticas corren desacordadas entre dos escollos, y son extravagantes por su forma, disparatadas por su plan y pobres por su fondo; y si aquélla necesita más lima y corrección, éste exige en cambio más jugo y rica savia.

Resulta de ahí que todo el pais intermedio queda completamente desconocido, en cuanto concierne á ideas, religion, usos y costumbres. Algo ve sobre la calidad del terreno y los trajes de los moradores, porque ambos objetos se le ofrecen á los ojos; pero hasta en estas cosas si el viajero no es cauto, y pretende hablar en general, podrá dar á sus lectores las noticias mas falsas y extravagantes.

Cuando don José, el apoderado de Gallardo, y otros amigos del maestro combatían zumbonamente sus doctrinas, a la hora de sobremesa, con objeciones extravagantes, el pobre Nacional quedaba en suspenso, rascándose la frente. Ustés son señores y han estudiao, y yo no leé ni escribí.

Alentada por esta declaración arrancose Fortunata a revelar que, en efecto, pensaba algo, y que algunas noches tenía sueños extravagantes. A lo mejor soñaba que iba por los portales de la calle de la Fresa y ¡plan!, se le encontraba de manos a boca. Otras veces le veía saliendo del Ministerio de Hacienda. Ninguno de estos sitios tenía significación en sus recuerdos.

Sentado ante un gran piano de cola, hacía música á su capricho ó seguía las órdenes del príncipe, melómano de gustos pervertidos por un excesivo refinamiento, que sólo deseaba obras de autores extravagantes y obscuros. Castro, que era pianista, no podía á veces ocultar su entusiasmo ante los prodigios de este ejecutante.

Miguel de Zuheros no estaba de muy buen humor y repugnaba recibir a los derviches; pero donna Olimpia y Teletusa, que habían oído hablar de sus extravagantes y vertiginosos bailes y del extraño método que empleaban para llenarse de furor divino y entrar en la vía unitiva, intercedieron por ellos y consiguieron que subiesen sobre cubierta.

Esta combinacion á veces se ejerce de una manera completamente ciega; en cuyo caso solo resultan productos extravagantes; pero otras veces la actividad, sometida á ciertas condiciones independientemente del libre albedrío, produce objetos artísticos bellos ó sublimes.

Palabra del Dia

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