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Actualizado: 19 de mayo de 2025
La convicción de ustedes, basada en la semejanza de una mujer viva con la víctima de Freneuse, es muy frágil, pues no se funda más que en razones de sentimiento; el dolor de la familia, las protestas del condenado, Pero ustedes olvidan que cuando Freneuse fué preso, se preparaba á marcharse al extranjero. Tenía consigo cuarenta mil francos cuya procedencia no pudo explicar.
El dia que todo el mundo pueda ir á España fácilmente, y salir de allí, los caractéres se suavizarán, por el doble contagio de los nuevos espectáculos que el extranjero llevará al país y de lo que los Españoles verán en el extranjero.
¿Qué país es éste? me decía no hace un mes un extranjero que vino a estudiar nuestras costumbres. Es de advertir, en obsequio de la verdad, que era francés el extranjero, y que el francés es el hombre del mundo que menos concibe el monótono y sepulcral silencio de nuestra existencia española. Grandes carreras de caballos habrá aquí me decía desde el amanecer: no faltaremos.
Ordinariamente se ponía para estas comidas de los sábados trajes de media etiqueta, esto es, con las mangas hasta el codo. Ahora quiso lucir su celebrado descote en honor de un diplomático extranjero que comía por vez primera en su casa. Mientras se dejaba arreglar el pelo, su espíritu vagaba distraído por los sucesos del día. No había acudido a la cita de Pepe: de seguro vendría furioso.
Don Álvaro Mesía era más alto que Ronzal y mucho más esbelto. Se vestía en París y solía ir él mismo a tomarse las medidas. Ronzal encargaba la ropa a Madrid; por cada traje le pedían el valor de tres y nunca le sentaban bien las levitas. Siempre iba a la penúltima moda. Mesía iba muchas veces a Madrid y al extranjero. Aunque era de Vetusta, no tenía el acento del país.
Por esa razón deberían darle a usted papilla todavía como cuando nació. En fin, señor Fígaro, es un extranjero. ¿Y por qué no lo hacen los naturales del país? Con esas socaliñas vienen a sacarnos la sangre. Señor mío exclamé sin llevar más adelante mi paciencia, está usted en un error harto general.
Cuando Gonzalo le escribió desde el extranjero, así que leyó la carta se presentó a su madre y se la entregó. ¿Te gusta el muchacho? le preguntó ésta después de leerla con más emoción que había manifestado su hija al entregársela. ¿Te gusta a ti? A mí sí. Pues si te gusta a ti y a papá, a mí también me gusta replicó la joven.
Pero el extranjero que se establecía definitivamente entre ellos, si procedía de una región lejana, no dejaba nunca de ser mirado con un resto de desconfianza.
El extranjero que se aventura por ciertos pueblos del alto Aragón, construídos sobre las cumbres de los montes que sirven de base á los Pirineos lo mismo que rocas á punto de rodar hasta el valle, se ve sorprendido por la tierra roja que cimenta las piedras irregulares de las miserables casuchas.
El extranjero está pesaroso, este pesar es una arruga de su alma, por decirlo así, que apenas se divisa en su semblante; pero el pesar existe, tiene su significacion muy trascendental, y para apreciarla debidamente, es indispensable poner el pié en tierra extranjera. No, no vale el genio sin el sentimiento experimental que nos descubre ciertas distancias en la insondable matemática de la vida.
Palabra del Dia
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