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Actualizado: 10 de mayo de 2025


Por aquel tiempo se mudó doña Lupe a Chamberí, buscando siempre casas baratas, y Maximiliano fue perdiendo poco a poco la ilusión de los alumnos de Estado Mayor. Su timidez, lejos de disminuir con los años, parecía que aumentaba. Creía que todos se burlaban de él considerándole insignificante y para poco. Exageraba sin duda su inferioridad, y su desaliento le hacía huir del trato social.

Mucho después, refiriendo esta escena, la Déjazet llena de admiración, decía: ¡Me dió un beso! Es la representación que he cobrado mejor. Y al decir esto, no exageraba aquella mujer, todo corazón, que había ganado millones... Creer que únicamente los españoles padecemos la dulce manía de escribir para el teatro, es un error.

Consideraba los ejercicios en que todos se ocupaban; finalmente, exageraba cuán descuidada justicia había en aquella tan famosa ciudad de Sevilla, pues casi al descubierto vivía en ella gente tan perniciosa y tan contraria a la misma naturaleza, y propuso en de aconsejar a su compañero no durasen mucho en aquella vida tan perdida y tan mala, tan inquieta, y tan libre y disoluta.

Comímonos el perro con secreto, Aunque ella su negocio exageraba Por malo: mas yo dije, que el precepto De no hurtar, jamas se quebrantaba En casos semejantes; que el concepto Muy bien en la escritura se esplicaba; Que entre los sabios es muy ordinario Carecer de la ley lo necesario.

Sus opiniones acerca de los instintos y carácter de los animales domésticos eran igualmente absurdas. Al paso que exageraba hasta lo indecible el poder y la fiereza de las gallinas, huyendo de ellas con gritos de terror, guardaba simpatía viva y profunda hacia los gatos, la cual no pudo destruirse con los frecuentes arañazos que estas ingratas criaturas infligían sobre sus tiernas manecitas.

Era de notar ver a mi amo tan quieto y religioso, y a tan travieso, que el uno exageraba al otro o la virtud o el vicio. No cabía el ama de contento porque éramos los dos al mohíno; habíamonos conjurado contra la despensa. Yo era el despensero Judas, que desde entonces heredé no qué amor a la sisa en este oficio.

No exageraba el poeta, porque realmente á la luz de las lámparas y candelabros, velada por la neblina de los aromas, debia parecer aquella rica techumbre lo que en enérgico lenguaje vulgar llamamos una ascua de oro.

Le decía que había resistido, luchado, que había sufrido mucho: mi proceder era el mejor testimonio. No exageraba nada, muy al contrario, no hacía más que mostrarle a medias el cuadro de mis dolores para mejor convencerla de que ponía medida en mis palabras y era sincero.

La comunidad celebró su toma de hábito con un refresco espléndido y una comedia en que trabajaron las educandas. Aquel día había estado fuertemente excitada: tan pronto reía como lloraba. Después que se vio monja se había modificado un poco. Hasta hubo temporadas en que se había creído realmente con vocación, en que exageraba como ninguna hermana las penitencias y los escrúpulos.

Todo era engrandecer yo mi ventura, por habérmela dado el cielo por señora: exageraba su belleza, admirábame de su valor y entendimiento. Volvíame ella el recambio, alabando en lo que, como enamorada, le parecía digno de alabanza.

Palabra del Dia

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