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Actualizado: 5 de junio de 2025


El joven iba reconociendo cada punto del camino, cada pormenor de la perspectiva. Tenía la desesperada certidumbre de que ningún poder habría podido jamás realizar el milagro de devolverle lo que había perdido, y sin embargo volvía en torno suyo la mirada, y aguzaba el oído, como si una aparición, una voz, pudieran de improviso evocar el bien perdido.

María Teresa, que conocía todos sus rincones, procuraba a su imaginación el placer de evocar regiones desconocidas en los mismos sitios donde existían granjas, villas y aldeas. Era sobre todo en los días en que el cielo estaba más brumoso y causaba más ilusiones, cuando María Teresa prefería pasear a través de los campos.

Como suspensos é inanimados, si es que no me habían abandonado por completo, se hallaban un cierto don y una cierta facultad; y á no haber tenido la conciencia de que me era dado evocar, cuando quisiera, todo lo que realmente tenía algún valor en lo pasado, mi posición habría sido infinitamente triste y desconsoladora.

Al poner el pié en Ginebra, sobre la ribera de su lago, no se puede ménos que contemplar alternativamente la isla microscópica contigua al gran puente, llamada de Juan Jacobo Rousseau, el punto no lejano que indica la situacion de Ferney, en uno de los planos inclinados que remontan hácia el Jura, y las altas eminencias que escalara Saussure con el barómetro en la mano; objetos que hacen evocar las glorias mas conspicuas de la literatura, la filosofía y la ciencia, en que Ginebra ha tenido tan envidiable parte.

También en Calderón se observa este claro-oscuro, porque si bien, por un lado, las tendencias de La devoción de la Cruz y de El purgatorio de San Patricio, indujeron á exclamar al estimable, aunque algo parsimonioso, Sismondi, que Calderón era el poeta de la Inquisición, al examinar, por otro, algunos dramas suyos de la misma clase, como El Príncipe constante y Crisanto y Daría, podrán apellidarlo cándido y santo, y añadir que, sin padecer injuria alguna del tiempo transcurrido, ha compendiado en las flores más bellas de la civilización más elevada y más tierna, evocando de su purísimo corazón el eterno amor de la religión y del alma humana . Se ha dicho que esta misma fe religiosa eran la sangre y la vida de Calderón, y que á ella se deben las emociones más apasionadas y profundas, que ha sabido evocar en los ánimos.

El golpe brutal que él la diera entonces con la bota en el vientre, y el alarido de la mujer al caer de espaldas sobre los mármoles, conservaban aún, en su recuerdo, actual y tremenda realidad. La calentura le rebrotaba en la sangre al evocar en seguida el movimiento simultáneo de los moriscos, levantándose de las almohadas y acudiendo en tumulto.

La Capilla de Tell, objeto de alta y justa veneracion en el país, no por lo que ella es, sino por las tradiciones que hace evocar, es un templete abierto en forma de arcada, construido sobre una roca y casi al nivel del lago, y encuadrado en un marco de abetos y peñascos.

Sólo aquel eco podía despertar en aquella alma el amor a la vida, evocar la fe, o infundirle el ardor de un trabajo glorioso.

Si el salon de los Embajadores arrebata por su magnificencia y su cúpula soberbia, hace evocar mil historias y leyendas con los retratos al fresco de todos los reyes godos que se ostentan en la techumbre. Allí, en uno de los calabozos húmedos, sin aire ni luz alguna, sufrió su prision y su martirio esa mujer de tan célebre memoria.

Mochi se dio pronto por vencido. No acertaba. Minghetti decía: Espera, espera; como con la esperanza de evocar una imagen. Emma se sentía fascinada; por el pronto, Minghetti, así, tan cerca, le olía a hombre nuevo, y sus ojos, clavados en ella, eran todo una borrachera de delicias que al tragarse se mascaban.

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