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En las cosas de Religion sucede lo mismo, pues el Evangelio de Santiago, el de San Pedro, y otros muchos fingidos, de que trata Calmet en una disertacion que compuso de propósito sobre los Evangelios apócrifos, son libros que formaron los Hereges, y para autorizarlos los atribuyeron á Autores de mucha reputacion; y esto es lo que obligó al Papa Gelasio en el Concilio que celebró en Roma ácia los fines del siglo quinto, á declarar semejantes libros por apócrifos, y formar el catálogo de ellos tan sabido de los Críticos.

En un cofrecillo muy chico cabían los libros que poseía, siendo el de encuadernación más resentida por el continuo uso y el de hojas más manoseadas, los Santos Evangelios. Ni los Padres de la Iglesia ni los excelsos místicos le deleitaban tanto como aquellos sencillos versículos que ofrecen, a quien sabe leerlos, mundos de pensamientos encerrados en frases sobrias.

Los Evangelios no poseían valor histórico; no eran testimonios personales de la vida y enseñanza de Jesucristo; habían sido urdidos muchos años después, casi un siglo. Las piedras angulares sobre que se asentaba la Iglesia eran otros tantos fraudes. El profesor de Sagrada Escritura se llamaba don Salomón Caicoyas.

A veces se inclina Goethe por esta senda a un neo-platonismo flamante y a un paganismo espiritualizado; a veces vuelve con ansia de fe a la doctrina de Cristo y lee fervorosamente los Evangelios y los libros devotos.

En el crucero de la nave había un ventanal gótico guarnecido de vidrios de colores, industria moderna que reproducía con fidelidad pasmosa una composición antigua, donde estaba pintada, como en un transparente mágico, el sublime episodio de que hablan los Evangelios cuando refieren cómo Jesús echó a los mercaderes del templo.

Y bien conocía también que su hija era punto menos que omnipotente, porque tenía subyugadas ambas potestades, la temporal y la espiritual. El padre Anselmo la tenía por una santa y por una doctora, y cuanto ella decía era para él, sin poderlo remediar, un legítimo corolario de los Evangelios y de las Epístolas. El padre Anselmo sería capaz de excomulgar a quien ella le mandase.

Hablemos ahora de Melchor, honra y gala de la familia, orgullo de su madre, y esperanza de todos, pues primero se dudara allí de los Cuatro Evangelios que de la próxima ascensión del joven Relimpio a una posición coruscante. ¿Cómo no, si Melchor era, según D.ª Laura, lo más selecto del orbe en hermosura, talento y sociabilidad?

Despues de esto, los Señores Presidente y Vocales por su órden, hincados de rodillas y poniendo la mano derecha sobre los Santos Evangelios, juraron desempeñar legalmente sus respectivos cargos, conservar íntegros estos dominios al Señor Don Fernando VII y sus legítimos sucesores, y guardar puntualmente las leyes del reino. Concluida esta ceremonia, dejó el Exmo.

Cabildo, se colocaron á la hora señalada bajo de docel, con sitial por delante, y en él la imágen del Crucifijo y los Santos Evangelios; y comparecieron los Señores Presidente y Vocales de la nueva Junta Provisoria gubernativa, D. Cornelio de Saavedra, Dr. D. Juan José Castelli, Licenciado D. Manuel Belgrano, D. Miguel de Azcuénaga, Dr.

Mas, cuando don Quijote llegó a ver rota su celada, pensó perder el juicio, y, puesta la mano en la espada y alzando los ojos al cielo, dijo: -Yo hago juramento al Criador de todas las cosas y a los santos cuatro Evangelios, donde más largamente están escritos, de hacer la vida que hizo el grande marqués de Mantua cuando juró de vengar la muerte de su sobrino Valdovinos, que fue de no comer pan a manteles, ni con su mujer folgar, y otras cosas que, aunque dellas no me acuerdo, las doy aquí por expresadas, hasta tomar entera venganza del que tal desaguisado me fizo.