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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Porque á la ruina de los templos y monasterios acompañaron ahora aquellas enconadas persecuciones de los mismos cristianos apóstatas de que dejamos hecho mérito; aquellos conciliábulos prohibiendo declarar la fé; los padecimientos de Sanson y de Eulogio, de todos los mártires mencionados por ellos en estos años, y de otros infinitos de quienes no hicieron memoria: puesto que el mismo santo doctor dice que eran tantos los que se ofrecian al martirio, que los infieles pedian á los cristianos los contuviesen, y que era tan universal el fervor de padecer por Cristo, que hasta los párvulos se ofrecian al cuchillo de los verdugos.
Que el Conde de los Cristianos bajo el Califato era en todo dependiente de la voluntad del Sultan, se deduce claramente de lo que ocurrió en tiempo de S. Eulogio con el Conde Servando, famoso por su perfidia, el cual, segun afirman Alvaro Cordobés y el abad Sanson, llegó á aquella dignidad á fuerza de obsequios y regalos que hizo á los Palatinos, y logró orden del rey para exigir nuevos y exorbitantes tributos de los Cristianos, á quienes debía amparar.
Figurábasenos que aun hallaríamos en pié alguna de aquellas santas casas: que en ella íbamos á sorprender, usando del derecho de hospitalidad, á fuer de fatigados peregrinos, á la pequeña comunidad rezando sus horas; ó á ser agasajados como lo habian sido allí muchos en otros tiempos, viniéndonos á la memoria de contínuo aquella preciosa pintura que hace S. Eulogio de la vida de los monges de S. Zacarías de Navarra : «resplandecen como estrellas del cielo con méritos de diferentes virtudes, unos de una manera, otros de otra.
Ellos nos pintan á la imaginacion espaciosos atrios sostenidos de columnas, encumbradas torres, muros cubiertos de bruñidos mármoles; ¿qué mucho, pues, que se decorasen alguna vez con frescos ó mosáicos simbólicos las naves de aquellas basílicas españolas compañeras de las que á S. Eulogio le merecieron tantos encomios?
Sin embargo era tal la piedad de estos, que no tan solo se atendia en muchas á las restauraciones necesarias, como atestigua S. Eulogio, si bien añadiendo que esto se hacia económicamente y con cierta rudeza, sino que tambien se erigian de nueva planta basílicas en la ciudad y monasterios para ambos sexos fuera de ella.
En este santuario floreció el mártir S. Cristóbal, discípulo del grande Eulogio. En lo interior de la Sierra, en un sitio llamado Fraga, entre agrios montes y enmarañadas selvas, junto al lugarcillo Leiulense, distante de Córdoba poco mas de seis leguas, habia un monasterio consagrado á los mártires S. Justo y Pastor, del cual bajó el jóven Leovigildo, natural de Granada, á padecer martirio.
Diríase que al desaparecer de la escena de horrores y protestas las colosales figuras de S. Eulogio, Alvaro, Saulo, Samson y Valencio, gloriosos maestros de mártires, desaparecen con ellos los esfuerzos del islamismo fascinador.
D. Andrés de Rueda Rico, provisor que fué de Córdoba y canónigo doctoral de su santa iglesia, del Consejo de la Inquisicion, quien la labró en el año 1628. La llaman comunmente de S. Eulogio por un buen cuadro de este santo que se ve en su altar, pintado por Vicente Carducho. Capilla de S. Esteban. Cae al levante de la de S. Andrés.
Aquella puerta que nos dice S. Eulogio se dejó abierta por descuido despues de los maitines el monge que cuidaba de la clausura de las religiosas en el monasterio de Peñamelaria, y por la cual se evadió Sta.
Leocricia, discípula de S. Eulogio y su compañera en el martirio, hasta que sus reliquias fueron llevadas con las de su insigne maestro á la Cámara Santa de Oviedo por el presbítero Dulcidio, enviado espresamente por el rey D. Alonso al califa Mohammed para este objeto. Ultimamente la de Sta.
Palabra del Dia
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