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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Que en la época de que tratamos podia ya haber dado en flores alguna promesa de los hermosos frutos que luego produjo, no hay la menor duda, puesto que consta por su discípulo S. Eulogio que antes del año 856 murió muy anciano.

Tambien esta aseveracion es equivocada: en primer lugar la Albayda está al norte de la ciudad, no al occidente, como era menester que estuviese para dejar ileso el texto de S. Eulogio; en segundo lugar, en la Albayda no se han descubierto jamás rastros de edificacion que puedan suponerse de aquella fecha.

Lo cierto sin embargo es que S. Eulogio fué perseguido y se vió en la precision de ocultarse. Los historiadores árabes refieren la muerte de Abde-r-rahman II como natural y tranquila. Nosotros hemos preferido sin embargo la relacion de S. Eulogio, porque ademas de ser contemporáneo, podia estar muy enterado de la verdad de los hechos por tener un hermano empleado en el palacio del sultan.

Presidia este monasterio un piadoso sacerdote llamado Salvador, y debia ser de los dúplices ó mixtos, tan comunes entonces, por cuanto leemos en S. Eulogio que se fué á vivir á él con su mujer y sus hijos el padre del santo mártir Walabonso. En el lugar llamado Rojana, tambien de la montaña, sin que nos sea dado señalar hácia qué parte de ella, habia otro monasterio dedicado á S. Martin.

Saulo y Alvaro la censuraron: créese que S. Eulogio hizo lo mismo . El obispo fué segunda vez encarcelado: el sabio doctor tuvo que ocultarse: los seglares nobles y conocidos temian por instantes la misma pena: todos andaban acobardados, atribulados, huidos. Abde-r-rahman al ver frustradas sus esperanzas se entrega de nuevo á su delirante saña.

Sea el primero esa como marca ó señal gloriosa que parece providencialmente conservada en ellos para que puedan en todo tiempo ser reconocidos; á saber, el desmoche ó demolicion de sus torres acaecido bajo las sangrientas persecuciones de Mohammed, hecho singularmente notable que S. Eulogio testifica en dos de sus obras.

Hará ya mucho más de rail afios, habla en lo más esquivo y fragoso de los Pirineos una espléndida abadía de benedictinos. El abad Eulogio pasaba por un prodigio de virtud y de ciencia. Las cosas del mundo andaban muy mal en aquella edad. Tremenda barbarie había invadido casi todas las regiones de Europa. Por donde quiera luchas feroces, robos y matanzas.

Almundhyr sin embargo, mas inclinado á la paz que á la guerra, medió eficazmente para restablecer la concordia entre su padre Mohammed y el rey D. Alfonso. Con este motivo pasó á Córdoba el presbítero toledano Dulcidio, el cual cumplió su embajada tan á satisfaccion de ambos, que de vuelta á los estados de D. Alfonso se llevó consigo los cuerpos de S. Eulogio y Sta. Leocricia.

XLIV, refiriendo la ocasion del martirio de las dos santas vírgenes Nunilo y Alodia, y al P. Roa en su Flos Sanctorum de Córdoba, copiando de S. Eulogio la breve memoria de los protomártires Adulfo y Juan. «Si algun cristiano entrare en la mezquita, ó dijere mal de Dios ó de Mahoma, tórnese moro, ó sea muertodecia el fuero de Coimbra.

La de S. Ginés mártir, que supone el P. Roa se hallaba situada donde está ahora el hospital llamado de la lámpara, y que S. Eulogio pone en el arrabal de Tercios, del cual hoy nadie razon. En esta iglesia estuvo sepultada la célebre Sta.

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