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Actualizado: 21 de noviembre de 2025


Por medio de un poder superior a todos los que acabo de servirme, por un hechizo irresistible nacido en un astro maldito, resto ardiente de un mundo que ya no existe, infierno errante en medio del eterno espacio; por la terrible maldicion que pesa sobre mi alma, por el pensamiento que tengo y que esta a mi rededor, os requiero la obediencia: pareced.

Sabía Miranda de memoria el reverso, la cara interna de la política, y explicaba desenfadadamente las solapadas alusiones, las reticencias hábiles, las sátiras finas que en todo periódico importante abundan y son eterno logogrifo para el cándido suscritor provinciano.

No se les ve, pero su trueno lejano se armoniza tan bien con la inmensidad del Ródano, que parece la voz del río. Nos parece que el hijo del mar, debe tener, como el océano, su eterno y formidable estruendo. Mas abajo de su bifurcación, los dos ríos presentan largas sinuosidades en su cauce.

Y es el motivo que han llegado unas señoritas napolitanas a hacer música, tarde y noche, y la gente invade la sala entre un estrépito de cucharillas y platillos y una greguería grotesca y plebeya. Yo he descubierto la mixtificación: estas virtuosas no son napolitanas; la dulce musicalidad de esta palabra sirve de reclamo para ese eterno alucinado que se llama público. Pero ¡qué importa!

De estos raros ejemplos de honradez y probidad debemos conservar eterno recuerdo. ¡Si todos imitáramos al arrendatario de mi hermana, cuán felices fuéramos en el mundo! 31 de julio. El día de hoy ha sido funesto para nosotros; una tempestad de granizo ha destruido nuestros viñedos.

Me gustaba la lucha. La energía superabundaba en . Rechazada en una parte, mi voluntad tenía necesidad de revolverse en otro sentido, de buscar un nuevo obstáculo que vencer, en pocas horas, por decir así, y lanzarse sobre él. El tiempo se me hacía eterno. Aparte toda cuestión de tiempo me sentía, si no envejecido, a lo menos muy maduro.

Otra vez el pastor, mensajero del Eterno, pasa junto á él cantando tristes endechas y destrozando lentamente la corona de flores, que había formado para él. Esta escena impresiona vivamente por el terror y la compasión que excita en nosotros.

Escucha, alma de mi alma la dijo don Juan ; una casita bella, apartada, donde yo vaya á verte de noche; un jardín solitario, donde sólo el firmamento estrellado sea testigo de nuestra dicha; un amor eterno, embellecido por el deseo y por el misterio; hermosos hijos en quienes veas reproducido tu amor; una vida tranquila; sin celos... ¡Sin celos!... ¡Qué amante puede tenerlos de una esposa!

El alma que así se endiosa, encastillada en su recogimiento soberano, lo desdeña todo, menos su propio centro, donde vive identificada con el eterno amante a quien adora y de quien recibe bienaventuranza completa.

Tía María, ¿quién piensa en amores? respondió don Modesto, en cuya calma y tranquila existencia no se había realizado el eterno, clásico, pero invariable axioma de la inseparable alianza de Marte y Cupido . ¿Quién piensa en amores repitió don Modesto en el mismo tono en que hubiese dicho: ¿quién piensa en jugar a la billarda o en remontar un pandero?

Palabra del Dia

vengado

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