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Actualizado: 22 de octubre de 2025


Entonces se acercó al estante sobre el cual se alineaban los volúmenes de lomos lucientes y dorados. Su mano buscó a tientas durante un momento por la pared y sacó algo azul en forma de rollo. ¡Aquí está, Roberto! exclamó triunfante. Vámonos. El joven meneó silenciosamente la cabeza.

Por encima de las botellas, por encima del estante, por encima de los hombros del amo, se veía saltar un gato enorme, que pasaba la mayor parte del día acurrucado en un rincón, durmiendo el sueño de la felicidad y de la hartura. Era un gato prudente, que jamás interrumpía la discusión, ni se permitía maullar ni derribar ninguna botella en los momentos críticos. Este gato se llamaba Robespierre.

En mi estante de libros encontrará usted, escondido detrás de los volúmenes de Heine, un cuaderno azul. Guárdeselo usted, sin que los demás lo noten; y cuando lo haya usted leído todo, vaya usted a mi tumba y rece un Padre Nuestro. »Cuide usted de que me entierren al lado de Marta. Mucho la he querido. Ella es quien me arrastra detrás de .

Sobre la chimenea se alineaban en escala de tamaños, fragmentos pulidos de rieles y piezas de fundición, muestras flamantes del acero fabricado en los altos hornos de la casa. Un pequeño estante contenía libros ingleses, anuarios comerciales, catálogos de navegación, memorias sobre minería y metalurgia.

Azorín está ya casi convencido de todo lo que quieran convencerle; pero, sin embargo, acepta el libro. Este libro se titula El Deísmo refutado por mismo. El clérigo lo ha cogido del estante, lo ha sacudido golpeándolo contra la palma de la mano y se lo ha dado a Azorín. El cual lo ha tomado como quien toma algo importantísimo, y se ha quedado examinándolo por fuera gravemente.

Las celdas se componían de una pequeña antecámara, que daba paso a una sala también chica, con su correspondiente alcoba. El ajuar lo formaban en la pieza principal, algunas sillas de pino, una mesa y un estante, y en la alcoba, una cama que consistía en cuatro tablas sin colchón y dos sillas.

Aquí han visto muchos un gigante De gran disposicion y muy crecida. No está, segun yo supe, el aquí estante: Que allá la tierra adentro es su guarida; Mas viene aquí á pescar muy á menudo, De sus redes cargado, mas desnudo. Arriba de aquí están los remolinos, Que es cosa de admirar y gran espanto.

Galán que te marchas, por muerto te cuenta, que amores ausentes no hay cosa más muerta. Son, , los amantes una vida entera, dos cuerpos y un alma que un nudo los sella. Pero en los dos ellos hay tal diferencia, que muere el que es ido y vive el que queda. Acaso el estante, porque bien parezca duelos por tres días al ido celebra.

Un alto estante repleto de papeles y libros rayados indicaba que aquel buen señor de pluma y suma ayudaba al Director, cuya mesa no distaba mucho, en la difícil administración del Establecimiento. Era el tipo del funcionario antiguo, del ya fenecido covachuelista, conservado allí cual muestra del metódico, rutinario y honradísimo personal de nuestra primitiva burocracia.

Aquel señor blanco sin niñas en los ojos, con los hombros desnudos como una dama escotada, debía de ser alguno de los muchos sabios que hubo en tiempos remotos, y en él, en el estante de los libros y en el mapa gráfico estadístico se cifraba toda la sabiduría de los siglos. En este reconocimiento del lugar empleó Isidora menos de un minuto.

Palabra del Dia

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