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Espléndidas páginas habían de dar aún para su historia virreyes tan ilustres como don Juan de Castro y don Luis de Ataide; pero la piedrecilla había de sobrevenir derribando por último el coloso y engrandeciéndose luego como ingente montaña que sobre firme y arraigado cimiento se erguiría sobre la tierra y la dominaría.

Pronto se pasó de este modo una semana entera, al cabo de la cual, con no menor pompa y estruendo, volvió a Villafría el ilustre diputado D. Jaime, acompañado de D. Acisclo y de Pepe Güeto. En la casa de D. Acisclo se renovaron las comilonas, las fiestas espléndidas y todo el lujo de que ya se había hecho gala la primera vez. Solución de la crisis

En aquellas inmensas selvas, pobladas por las aves más espléndidas de la creación, viven también salvajes cruelísimos y sanguinarios, enemigos de los extranjeros.

Mas, esos animales se atavían con un extraño lujo botánico, con libreas espléndidas de una flora excéntrica y lujuriosa. Divisáis hasta donde alcanza la vista flores, plantas y arbustos; á lo menos, tales os parecen por sus formas y colores. Y esas plantas se mueven, los arbustos son irritables, las flores tiemblan con naciente sensibilidad, do va á posarse la voluntad.

Mañana me traerá el esbozo. ¿Se lo figura usted así...? Carnes rosadas al aire libre; vestidos rosados; alrededor, matorrales rosados, y encima, la luz rosada del crepúsculo. LORENZA. Yo he visto lavanderas en Bretaña; eran viejas, sucias, feas y espléndidas; lavaban en pleno sol y estaban amarillas y terrosas. Componían un horrible poema de miseria y de espanto.

Del otro lado de la Casa de Conversacion, hácia la parte nueva de la ciudad, se ven calles espléndidas sombreadas por alamedas y orilladas por vastos y lujosos hoteles que parecen palacios, habitados principalmente por familias inglesas y excursionistas franceses.

Aquellas tierras espléndidas, que hacen brotar a raudales de su seno cuanto la fantasía humana ha soñado en los cuadros ideales de los trópicos, podrían ser llamadas, en antítesis a la frase de Alfieri, el suelo donde el hombre nace más débil y escaso.

A la márgen derecha se extiende el barrio de San Gervasio, lleno de fábricas, almacenes y relojerías, dominado por la estacion de los ferrocarriles que giran hácia Francia, Losana y Neuchâtel, y ostentando en los malecones y muelles, en las riberas del lago y del rio, hileras de casas espléndidas y hoteles que parecen palacios suntuosos, y mas léjos un enjambre de graciosas ú opulentas quintas, parques, huertas y jardines.

Por el frente de la Galería gozaba á todas horas de un hermoso espectáculo. Los organizadores de su existencia habían echado abajo la vidriera que servía de fachada, convirtiéndola en una puerta siempre abierta. Gillespie admiró en las horas de sol la blanca arquitectura de la capital, á la que podía llegar con sólo varios saltos, y durante la noche sus espléndidas iluminaciones.

Sobre la mesa había una gran ponchera antigua, llena de espléndidas rosas Gloise de Dijón, que el jefe de los jardineros enviaba todos los días, junto con la fruta, de la posesión de Mayvill. Su arreglo se debía, como yo bien lo sabía, a las delicadas manos de la mujer que durante años había aprendido a admirar y a amar secretamente.