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Actualizado: 23 de septiembre de 2025
Y que para que emprendiesen con más calor esta misión, escribiría de su mano cartas muy eficaces al Provincial de esta provincia, á nuestro Padre general Tirso González, su íntimo amigo.
Entreguen ustedes a los descendientes del alférez Vargas lo que mis abuelos tuvieron a bien darle, y no se hable más del asunto». Y tengo la certeza de que así lo escribiría el buen rey si alguien le hablase y le enseñase nuestros papeles.
Paz y su novio convinieron, al separarse, en que ella no escribiría hasta recibir carta de él, y que luego ambos menudearían las sucesivas cuanto les fuera posible; pero desde el instante en que ella se juzgó traicionada, hizo firme propósito de no escribirle una sola vez.
Luego comenzó la curiosidad a roerle el pensamiento. ¿Por qué escribiría su sobrina con tanto misterio al aborrecido don Juan? ¿Qué habría pasado entre ambos? ¿Estarían en relaciones... íntimas... arrimaos, que dice la gente ordinaria?
La víspera había recibido noticias de sus tíos. ¿Quién la escribiría? En seguida, observando que el sobre carecía de sello, se tragó la partida. Subió precipitadamente la escalera, tiró sobre la cama el abrigo, y dejó la carta sobre la mesilla de noche... ¡la misma mesita donde él ponía la vela para ver mejor los encantos de su cuerpo!
Quise en Argentina cultivar la tierra, pero fracasé completamente, y volví al periodismo vagabundo, lo que me hizo marchar de República en República, siempre hacia el Norte. No recordemos esta época de literatura ambulante y servil. Otro, tal vez estaría orgulloso de ella, y hasta escribiría sus Memorias.
Ojeda acogió su petición con un apresuramiento galante, balbuceando aún por la sorpresa. Escribiría todo un poema, si esto podía darla placer... Sentíase muy honrado con su petición. ¿Tenía un álbum?... No; ella no había pensado en adquirir este volumen, que mostraban con orgullo muchas señoritas de a bordo.
Así pasó algún tiempo, hasta que una mañana, después de haber leído en alta voz cierto periódico que contenía una lista de compañía lírica que la víspera había salido a provincias y en la que figuraba Mariquilla como partiquina, resolvió sacudir el yugo. No podría verla, pues estaba ausente, pero averiguaría su paradero, la escribiría, y acaso le contestara diciéndole la fecha de su regreso.
Lo que nunca quiso hacer, y de ello me acuso sinceramente, fué borrar de mi memoria el recuerdo de Matilde, la dulce niña de mi primer amor. Pero ¡ah! yo aliviaría las penas de mi amada, desvanecería sus tristezas, le escribiría larguísima carta, y pronto estos, temores quedarían disipados. Me vestí de prisa y me lancé a la calle.
Ella, arreglando con mucho primor su manojito de hilas, contestó sencillamente: Sí, ayer tuve carta... Por supuesto, que a usted también le habrá escrito... No, no he recibido carta ninguna, pero no me extraña... Al despedirse me dijo que hasta no tener noticias seguras no me escribiría. ¿De dónde te escribe ya?...
Palabra del Dia
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