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Actualizado: 10 de junio de 2025
Se mataban entre ellos, siempre por asuntos de amor, pero el forastero era respetado, con el mismo escrúpulo tradicional que muestra el árabe por el hombre que pide hospitalidad bajo su tienda. El Cantó parecía avergonzado de que el señor mallorquín le hubiese sorprendido junto a su casa, en un terreno que era suyo. Balbuceaba excusas.
Varias veces, al conversar con el príncipe, había tenido la verdad junto á sus labios, y siempre en el último momento la retiraba, por un escrúpulo de mujer que teme recordar sus años al hablar del pasado. Pero ¿á quién podía revelar su secreto mejor que á Miguel?... Lo consideraba como de su familia; la había recibido amigablemente en su desgracia, cuando tantos le volvían la espalda.
Estos pensamientos me quitaban el valor de quejarme y me han proporcionado el de sostener la prueba hasta el fin. Podía en efecto abreviarla. Hay aquí dos ó tres restaurants en que me conocen y donde, cuando era rico, he entrado sin escrúpulo, aunque hubiese olvidado mi bolsa. Ahora podía hacer lo mismo.
Consiste esto en que cuando he presenciado ú oído narrar cualquier suceso raro, no he tenido escrúpulo en utilizarlo, fiando en su verdad, al paso que cuando necesito inventarlos procuro alejarme de todo lo que parezca extraño é inverosímil.
No era fácil convencer a mi orgullosa abuela de que no tenía precisamente una gran trascendencia para el mundo el que un Aguirre apareciera o no apareciera en Lúzaro en el siglo xv. A doña Celestina le parecía todo cuanto se refiriese a los Aguirres de una capital importancia, y no sentía ningún escrúpulo en mentir, si era para mayor gloria de su familia.
Una tras otra, fueron arrojándose sobre los platos, y perdido el primer escrúpulo, comenzaron a devorar como si saliesen de larguísimos ayunos. El señorito celebraba la voracidad con que se movían aquellas mandíbulas, y sentía una satisfacción moral casi equivalente a la que proporciona el bien. ¡
Si el joven amaba a la nihilista, sus relaciones con la Condesa no eran por eso un obstáculo que lo impulsara a matar a ésta. ¿Podía ese rebelde, para quien la ley coercitiva no tenía valor, sentirse atado por un escrúpulo enteramente moral? ¿Y no había, en realidad, dejado otras veces a su querida por correr en busca de nuevos placeres? ¿Qué le impedía hacer otro tanto, con mayor libertad que la primera vez?
No quiero, con todo, que se me tenga por tan ignorante de la ciencia económica, que al hablar y filosofar sobre el dinero, no sepa lo que es y confunda unas especies con otras. Hace un siglo que a nadie se le hubiera ofrecido este pícaro escrúpulo que a mí se me ofrece ahora.
Pues bien, la causa de esta poca prisa... darémosle este nombre, que es el que más le cuadra... ha sido cierto escrúpulo que me ha asaltado, cierto temor de que nuestro matrimonio hiciera a usted desgraciada en vez de hacerla feliz, como es mi deseo. ¡Desgraciada! exclamó Sola, recibiendo aquella idea como una ofensa. ¡Oh! no apresurarse... falta mucho que decir.
Pero no puedo dejar de formar un escrúpulo, y tener algún no sé qué de ojeriza contra Sancho Panza: el escrúpulo es que dice la historia referida que el tal Sancho Panza halló a la tal señora Dulcinea, cuando de parte de vuestra merced le llevó una epístola, ahechando un costal de trigo, y, por más señas, dice que era rubión: cosa que me hace dudar en la alteza de su linaje.
Palabra del Dia
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