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Actualizado: 12 de mayo de 2025


En una palabra: me imaginé que Castro Pérez era uno de esos abogados viejos, repletos de latines, que se saben de memoria las Partidas, que tienen pujos de canonistas, y que escriben errar con «h»; «teólogos de capote», como los llamaron «in illo témpore»; peritos en las triquiñuelas jurídicas, pero vacuos de todo lo demás; habilísimos para ocultar su ignorancia, y desdeñosos de cuanto no entienden; que miran a todo el mundo con aire de protección, y que apareciendo graves y sesudos, mostrándose inaccesibles y huraños pasan por unos portentos y vienen a ser, en pueblos y ciudades como Villaverde, señores de vidas y haciendas.

23 El multiplica los gentiles, y él las destruye; esparce los gentiles, y las torna a recoger. 24 El quita el seso de las cabezas del pueblo de la tierra, y les hace que se pierdan vagando sin camino; 25 que palpen las tinieblas, y no la luz; y los hace errar como borrachos. 1 He aquí que todas estas cosas han visto mis ojos, y oído y entendido mis oídos.

-Con tan buena memoria -dijo el duque-, no podrá Sancho errar en nada. En esto llegó don Quijote, y, sabiendo lo que pasaba y la celeridad con que Sancho se había de partir a su gobierno, con licencia del duque le tomó por la mano y se fue con él a su estancia, con intención de aconsejarle cómo se había de haber en su oficio.

La dejaban atrás, se alejaban de ella: tal vez estaba allí la casa tan penosamente buscada. Puede que sea afirmó Cupido. Tal vez hemos pasado cerca sin verla y vamos abajo, hacia el mar... Y aunque no sea la casa azul, ¿qué? Lo importante es que allí hay alguien y vale más eso que errar en la obscuridad. Dame los remos, Rafael. Si no es la casa de doña Pepita, al menos sabremos dónde estamos.

Los sabios, en sus laboratorios, sólo necesitaban para sus trabajos aparatos fáciles de adquirir; ¡pero estudiar los mares, vivir en ellos años y años!... Para esto era preciso disponer de buques, fabricar un material costoso y nuevo, mandar hombres, gastar millones, errar pacientemente por los desiertos oceánicos, sin ambición, sin prisa, esperando que el «gran azul» librase sus secretos casualmente; exponer muchísimo para conseguir muy poco.

El remedio cierto que hay para no errar en este caso, es despreciar las representaciones de la fantasía, y fortalecer el juicio para que la domine: y yo que haciendo buen uso de la razon, y acostumbrándose á vencer y moderar la fuerza de la imaginativa, se consigue el alivio.

«Como los sentidos nos engañan algunas veces, quise suponer que no habia nada parecido á lo que ellos nos hacen imaginar; como hay hombres que se engañan raciocinando aun sobre las materias mas sencillas de geometría y hacen paralogismos, juzgando yo que estaba tan sujeto á errar como ellos, deseché como falsas todas las razones que antes habia tomado por demostraciones; y considerando en fin que aun los mismos pensamientos que tenemos durante la vigilia, pueden venirnos en el sueño sin que entonces ninguno de ellos sea verdadero, me resolví á fingir que todas las cosas que habian entrado en mi espíritu no encerraban mas verdad que las ilusiones de los sueños.

Para asegurarse de si el que teme errar, ha sufrido uno de estos trastornos á que está sujeta la miseria humana.

Sentada lánguidamente en un gran sillón, los brazos colgando, la cabellera suelta, dejaba errar sus ojos melancólicos, y Soñadora, miraba vagamente hacia el espacio. Buenos días, señora dijo el doctor . Puede usted sentarse a su comodidad, soy yo. Se levantó sobresaltada, corrió a él y le dijo: ¡Es usted, amigo mío!

Ahora bien, en esa concentracion, en ese acto de ensimismarse, retrayéndose el hombre de todo por temor de errar, e interrogándose á mismo, si hay algo cierto, si hay algo que pueda servir de apoyo, si hay un punto de partida en la carrera de los conocimientos, lo primero que se ofrece es la conciencia del pensamiento, la presencia misma de los actos de nuestra alma, de eso que se llama pensar.

Palabra del Dia

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