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Actualizado: 26 de junio de 2025
Sentían la necesidad de respirarla, de vivir en el ambiente perfumado que la envolvía, siguiendo sus pasos. Al ver al capitán le tendió una mano simplemente, lo mismo que si se hubiesen visto el día anterior. ¡No se quejará usted, Ferragut!... Como no le encontraba en el hotel, he sentido la necesidad de visitarle en su buque... Deseaba conocer su casa flotante. Todo lo de usted me interesa.
Y le dejaba encerrado con llave en su despacho. Balzac fué también un forzado del trabajo literario. Murió literalmente víctima del exceso de labor. Se acostaba a las seis de la tarde y se levantaba a las doce de la noche, se envolvía en una especie de capuchón frailuno, tomaba un gran tazón de café y a la luz de una araña de siete bujías trabajaba hasta las doce de la mañana.
La luz parecía que resbalaba sobre ella sin penetrarla; sus mil torrecillas no tenían fuerza para romper enteramente la atmósfera opaca que las envolvía.
Cuando llegó el momento del canto, moduló con voz llena de dulzura, aunque emitida por la nariz, unas coplas llenas de sentimiento en que había una que envolvía todo un piropo, que venía como de molde: ¡Las muchachas bonitas Son perseguidas Como la azucarera Por las hormigas!
Iban donde va la gente que no quiere gastar dinero, y se les veía por el pretil del río, camino de Monte-Olivete, los dos jóvenes delante, hablando tranquilamente, mientras se acariciaban con la mirada, y detrás Micaela, con aire de inconsciente, abismada en el crepúsculo eterno que la envolvía y levantando la cabeza, sin sentir la menor molestia por los rayos del sol que se quebraban en sus ojazos hermosos y muertos.
Marineda, la Nautilia de los romanos, se envolvía en una clámide de tinieblas. En breve comenzaron a distinguirse algunas luces que oscilaban sobre la masa oscura de la población, y presto se cubrió toda ella de puntos lucientes como estrellas de oro en un celaje sombrío.
¿A dónde vamos hoy? repitió el ciego. A donde quieras, niño de mi corazón repuso la Nela, comiéndose el dulce y arrojando el papel que lo envolvía . Pide por esa boca, rey del mundo. Los negros ojuelos de la Nela brillaban de contento, y su cara de avecilla graciosa y vivaracha multiplicaba sus medios de expresión, moviéndose sin cesar.
Si me envolvía en mi gabán de pieles me asaltaba de pronto la visión de las desgraciadas señoras, mimadas en otro tiempo por todas las comodidades del confort chino, hoy, rojas de frío, vestidas de andrajos de viejas sedas, caminando con los pies amoratados por un campo de nieve.
A pesar de su traje seglar, había en este personaje no sé qué de frailuno. Su cabeza parecía hecha pura la redondez del cerquillo, y ancho gabán que envolvía su cuerpo, más que gabán, parecía un hábito. Tenía la voz muy destemplada y acre; pero sus movimientos eran sumamente expresivos y vehementes.
Al fin no pudo substraerse a la continua preocupación que le producía aquel intercambio de manifestaciones cada vez más llenas de halago y de dulzura, aquella penumbra sentimental que le envolvía, le acariciaba y le acompañaba a todas partes, despertando en su ser un verdadero deseo de adoración para aquella muchacha extraordinariamente linda, cuyo amor en ciertos momentos le parecía un raro sueño.
Palabra del Dia
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