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Actualizado: 10 de junio de 2025


Y para alejar las visiones de muerte fijas en su pensamiento, siguió con los ojos la marcha de los cisnes, ofreciéndoles pedazos de pan que les hacían torcer el curso de su natación lenta y majestuosa. El conserje y su familia pasaban el puente con frecuentes entradas y salidas.

19 [Cof]: Levántate, da voces en la noche, en el principio de las velas; derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor; alza tus manos a él por la vida de tus pequeñitos, que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles. 20 [Resh]: Mira, oh SE

Que su conocimiento y trato con ellos, de 40 años á esta parte, sus entradas á la tierra, y el llamarlos parientes, y amigos con alguna sagacidad que ha puesto para saber este asunto, le ha hecho noticioso de que es cierto lo expuesto, y de que existen tales poblaciones, porque lo ha oido decir á indios principales caciques de razon, y lo ha confrontado con lo mismo que ha oido á otros, y todos concuerdan en una misma cosa.

¡Atrás, atrás! ¡Fuera de la plaza! continuaba el capitán. Y era bien obedecido, porque el gentío se desbandaba á toda prisa. La procesión fracasó. El retrato quedó hecho trizas en medio de la plaza; la tropa tomó todas las entradas. ¿Qué fué de Lázaro?

Recuérdense sus comedias de capa y espada, y en todas ellas se nos ofrecen los mismos resortes dramáticos: celos de amantes de ambos sexos; luchas del amor con sospechas de padres ó hermanos severos, ó con los deberes de amigos ó de súbditos; disfraces de mujeres con el velo; mudanzas de domicilio y de nombre; entradas secretas y casas de dos puertas.

Dos señoras ya entradas en años y de aspecto maligno fingían gran interés por conocer los versos, y hasta se llevaban de vez en cuando una mano á la oreja para oir mejor. Pero al mismo tiempo las dos seguían conversando detrás de sus abanicos.

La resolucion que se tomó entre todos los capitanes antes que saliesen de sus presidios, fué de acometer á Cristopol y hacerse fuerte en él, como lo hicieron en Galípoli, y tener las dos provincias de Thracia y Macedonia vecinas para hacer sus entradas.

Ya sabes que el de su casa no era más que agua de fregar. Y si íbamos al teatro juntos, convidados a mi palco, siempre se arreglaban de modo que comprase Antonio las entradas... De la grosería con que utilizaban a todas horas nuestro coche, nada te digo.

Gracias a la nunca desmentida amabilidad del señor Balcarce, nuestro digno Ministro en París, conseguía con frecuencia entradas para la tribuna diplomática, donde, entonces como hoy, era necesario son palabras del doctor Cané «llegar temprano para obtener un buen sitio». La sala de sesiones de la Cámara de Diputados era realmente espléndida.

Más tarde les facilitó entradas para las exposiciones, y sabiendo lo aficionado que era el sillero a los toros, fingiéndose ocupado, más de la mitad de los domingos le daba el billete de su abono. Finalmente entró en la casa. Romadonga era hombre flexible y dúctil hasta un grado increíble. Con el mismo aplomo entraba en la casa de un grande de España que en la de un menestral.

Palabra del Dia

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